Llega el 1 de mayo a Berlín, jornada tradicionalmente explosiva en la capital alemana. Este año confluyen una serie de factores que pueden convertir la fecha en una bomba de relojería: al ya tradicional turismo revolucionario tan típico de la que fuera una jornada de expresión de protesta social y conciencia de clase obrera, hay que añadir la desbocada crisis económica (el número de parados en Alemania supera los tres millones y medio), una marcha neonazi que tendrá lugar por la mañana en el distrito oriental de Treptow-Köpenick y la celebración de la Final Four de la liga europea de baloncesto, con la presencia de hooligans griegos tan dados a organizar vistosos disturbios.
De momento, la ciudad está tomada por, nada más y nada menos, 5.000 policías antidisturbios. Veremos si la jornada de mañana superará los disturbios de Rostock de junio del pasado año (los más graves de la última década) ocurridos durante las manifestaciones de rechazo a la reunión del G-8 en Heiligendamm, diminuta población del noreste de Alemania.
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