miércoles, 16 de abril de 2014

El caso Gurlitt, la punta del iceberg

El régimen nacionalsocialista erigido por Adolf Hitler no solo fue autoritario, militarista, racista y homófobo; también llevó a cabo un expolio sistemático de las más diversas propiedades, desde terrenos y fábricas hasta miles de obras de arte. Numerosas familias judías, por ejemplo, tuvieron que abandonar en su huida todo su patrimonio artístico; otras tuvieron menos suerte: antes de ser deportadas a una muerte casi segura en los campos de concentración, los nazis expropiaron su patrimonio cultural.

La colección de Corlenius Gurlitt podría ser un ejemplo más del enorme patrimonio cultural expoliado por el nazismo y heredado por la Alemania de posguerra tras la caída de Hitler. 

Septiembre de 2010: la extraña actitud del anciano Cornelius Gurlitt, hijo de un historiador, marchante y coleccionista de arte colaboracionista con los nazis, llama la atención de la Policía aduanera en un control rutinario a bordo de un tren entre Zúrich y Múnich. La Policía encuentra en el equipaje de Gurlitt 9.000 euros en efectivo. Una cifra cuyo transporte en metálico entre Suiza y Alemania es legal. Sin embargo, el extraño comportamiento del anciano llama la atención de la Policía, que inicia una investigación por sospechas de delitos fiscales y patrimoniales. 

En febrero de 2012, la Policía consigue una orden de registro del departamento de Gurlitt en la capital bávara: allí descubre una valiosísima colección formada por 1.280 cuadros que contiene obras de Picasso, Chagall, Matisse y Beckmann, entre otros nombres. Las autoridades mantienen en secreto el descubrimiento hasta que el semanario alemán «Focus» lo hace público el 3 de noviembre de 2013. Ahí empieza el caso Gurlitt para la opinión pública. Una historia todavía con final abierto.

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lunes, 14 de abril de 2014

Armas alemanas para el mundo

El comercio mundial de armas no entiende de crisis: creció un 14% entre 2009 y 2013. Dentro de esa lógica exportadora armamentística, la llamada locomotora económica europea ocupa la tercera posición mundial.

Así lo indica el último informe anual del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI) con sede en Estocolmo. Aunque Alemania redujo sus exportaciones de armas un 24% durante el último lustro, la industria armamentística germana continúa acumulando el 7% del mercado global de armas y mantiene así la tercera posición, sólo por detrás de Estados Unidos (30%) y Rusia (26%), pero incluso por delante del gigante chino (5%).

Aunque esa cifra encaja bastante bien en la lógica económica de un país que basa más del 50% de su PIB en las exportaciones, que Alemania sea uno de los principales exportadores de armas del mundo no casa con la retórica oficial utilizada por su diplomacia desde del fin de la Segunda Guerra Mundial: prudencia en guerras y agresiones unilaterales como la invasión de EE.UU. a Irak.

Pero una cosa son las cifras y los discursos oficiales y otra, las prácticas reales de las elites políticas y económicas. El caso de los fusiles G36 de la empresa Heckler & Koch, encontrados hace tres años en manos tanto de miembros de la delincuencia organizada como de los llamados grupos de atodefensa en México, son un claro ejemplo.

La ley de la República Federal Alemana establece que la industria armamentística del país no puede exportar a países o regiones en crisis o en guerra. Por eso, para exportar armas o la tecnología necesaria para fabricarlas, las empresas del ramo necesitan licencias otorgadas por el Gobierno federal. ¿Cómo puede ser, por tanto, que fusiles de asalto del modelo G36 de Heckler & Koch terminasen en Guerrero, uno de los Estados federados mexicanos más golpeados por la llamada "guerra contra el narcotráfico", que ya ha dejado más de 100.000 muertos desde de 2005, según cifras del propio Gobierno mexicano?

En busca de respuestas

La conferencia "Dependencias violentas", organizada recientemente en la capital alemana por el grupo México vía Berlín, intentó dar respuesta a esa y otras preguntas. Con la participación de expertos, periodistas especializados, académicos e investigadores, la principal conclusión fue: Alemania dice una cosa ante la comunidad internacional, pero hace otra a la hora de firmar los millonarios contratos de venta de armas. Y lo hace sin considerar seriamente las consecuencias de su modelo exportador.

"El Gobierno federal olvida que la exportación de armamento tiene un efecto de larga duración. Un fusil como el G36, por ejemplo, puede ser utilizado durante décadas, mientras que las decisiones políticas suelen tener una caducidad de cinco años o incluso menos. Que el fusil cayera en manos de criminales mexicanos demuestra que la estrategia de Alemania de intentar fortalecer al Estado mexicano no sólo fracasó, sino que además contribuyó al aumento de la violencia". El que habla es Hauke ​​Friedrichs, periodista especializado en temas de seguridad y colaborador habitual del prestigioso semanario Die Zeit.

Asumiendo el rol de abogados del diablo, algunos de los asistentes a la conferencia preguntaron si hay alternativas realistas a los millonarios negocios que las empresas armamentísticas germanas cierran fuera de las fronteras de la Unión Europea. "En Europa, un mercado clave para los fabricantes de armas alemanes, el negocio peligra. Esto obliga a la industria del país a exportar más para no caer en la decadencia económica", asegura Alexander Lurz, experto en armamento y asesor del partido opositor Die Linke ("La Izquierda"). "Ante esta situación, el Gobierno alemán tiene dos opciones: fomentar la venta de armas a otros países o poner en marcha programas de reconversión industrial".

Una industria con historia

Carlos A. Pérez Ricart es uno de los fundadores de México vía Berlín. Este estudiante de doctorado y politólogo mexicano no tiene dudas: Alemania vendió ilegalmente armamento "sobrante" de la Segunda Guerra Mundial a países en conflicto entre 1964 y 1975. Su investigación titulada MEREX AG o la frontera de lo (i)legal en la política alemana de exportaciones de armamentos apunta que Alemania vendió armas incluso a bandos enfrentados en un mismo conflicto, como los ejércitos de India y Pakistán en 1965.

El informe, basado en documentos desclasificados de la CIA, coloca a la empresa MEREX AG, fundada por el exmilitar nazi Gerhard Mertin y protegido entonces por los servicios de inteligencia del Estado alemán occidental, en el centro neurálgico de una red de contactos y empresas fantasmas que se encargaba de realizar las ventas de armamento que la ley alemana no permitía. "En esas operaciones participaron los servicios secretos del país para deshacerse de arsenal de la Segunda Guerra Mundial a precio de mercado", asegura Pérez Ricart.

Todo ello, en palabras del politólogo mexicano, pone en evidencia "la contradictoria política exterior alemana durante la segunda mitad del siglo XX y la delgada línea entre la legalidad y la ilegalidad" que caracteriza el mercado mundial de exportación de armas, del que la industria alemana sigue siendo líder destacado.

P.D.: reportaje publicado originalmente en catalán en el número 357 de Setmanari Directa. La versión en catalán la podéis leer íntegramente haciendo click sobre la siguiente foto.