martes, 23 de diciembre de 2014

Islamófobos y euroescépticos confluyen en Alemania

Ayer volvió a ocurrir: miles de personas salieron a la calle en diferentes ciudades de Alemania para protestar contra la supuesta islamización que amenaza al país. La marcha más importante fue nuevamente la de Dresde: el movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA, en sus siglas en alemán) consiguió sacar a la calle a más de 17.000 personas, según estimaciones de la policía, la mayor cifra conseguida en las diez marchas convocadas hasta ahora.

Una contramanifestación reunió a alrededor de 4.000 personas bajo el lema “Dresde sin nazis”. Las marchas contra la islamización que presuntamente sufre Alemania siguen así ganando en cifras a aquellos que muestran rechazo.


Manifestación del grupo islamófobo Pegida con una cruz iluminada con la bandera de Alemania. AFP 

En esta ocasión, PEGIDA invitó a los ciudadanos a cantar villancicos ante la ópera de la capital del Estado de Sajonia contra lo que ellos consideran la “extranjerización” de Alemania. Hasta hace bien poco, la palabra alemana correspondiente a “extranjerización” (“Überfremdung”) formaba parte de la jerga usada habitualmente por la extrema derecha y los neonazis; sin embargo, con la ola de manifestaciones que vive el país desde hace semanas, el uso de ese término parece haberse instalado en el mismo centro de la sociedad alemana. 

Con todo, buena parte de los analistas considera equivocado clasificar a movimientos como PEGIDA de meros fenómenos islamófobos y racistas. La mayoría de los que han acudido a marchas como la Dresde coinciden en destacar que los participantes conforman una masa social más heterogénea y compleja de lo que pueda parecer a primera vista: jubilados con dificultades para llegar a fin de mes, desempleados de larga duración, gente joven, familias de clase media y, por supuesto, miembros de la extrema derecha y de movimientos neonazi, históricamente fuertes en los Estados federados que formaban la desaparecida República Democrática Alemanne. 

Enarbolando banderas de Alemania, protestan contra lo que consideran una traición a los valores “judeocristianos” de la cultura occidental y relacionan esa pérdida de los valores occidentales con el desgaste que sufre el bienestar social en Alemania, donde los índices de precariedad, pobreza y desigualdad han crecido durante la última década. 

Catálogo de demandas 

Tras muchas ambigüedades y especulaciones sobre el trasfondo de PEGIDA, la semana pasada el movimiento hizo público un documento con 19 demandas; entre ellas destacan la acogida de refugiados por motivos políticos y religiosos, pero con limitaciones; una política de acogida coordinada a nivel europeo; más dinero para la integración de los extranjeros y también más medios para la policía; una política de “tolerancia cero” con aquellos extranjeros y refugiados que cometan delitos; la introducción de un sistema migratorio más restrictivo, a imagen y semejanza de los de países como Suiza, Australia y Canadá, en los que priman las cuotas de extranjeros según las necesidades del país. 

Las demandas, a primera vista, encajan con los intentos de los organizadores de PEGIDA de mostrar una fachada moderada. No en vano, en la pancarta que suele encabezar las marchas se ve a una figura que lanza a la basura símbolos como la bandera negra de Estado Islámico, simbología comunista y también la cruz gamada nazi. 

“Hay que ser muy cauteloso con la lectura que se hace del documento publicado por PEGIDA. En Alemania, la expresión de posiciones islamófobas, xenófobas o de extrema derecha es tabú. Por eso, incluso partidos neonazis muestran muy buenas intenciones en sus programas electorales. El posicionamiento público de PEGIDA es amable, pero hay que saber decodificarlo correctamente”, asegura al teléfono el politólogo Carsten Koschmieder, de la Universidad Libre de Berlín.

Conexiones con AFD 

Tal y como han ido desgranando los medios de comunicación alemanes durante los últimos días, el perfil de los cabecillas y organizadores de PEGIDA ofrece un denominador común: posiciones islamófobas y que rayan la extrema derecha; los organizadores (algunos de ellos con antecedentes penales) no esconden sus opiniones xenófobas en las redes sociales, en las que hacen comentarios ofensivos sobre la población musulmana en Alemania, y culpan a los extranjeros de abusar de las ayudas sociales. 

En opinión de Koschmieder, experto en antisemitismo y movimientos extremistas, el objetivo de PEGIDA es claro: evitar mostrarse como un movimiento radical para alcanzar a la clase media e instalarse así en el centro de la sociedad. Una estrategia muy parecida a la desplegada por el partido euroescéptico y de tendencias nacionalistas Alternativa para Alemania (AfD), ya instalado a la derecha de la CDU de Angela Merkel en el ecosistema político germano, y que cuenta con siete eurodiputados y también con representantes en parlamentos regionales alemanes. 

“Las convicciones que se pueden observar en movimientos como PEGIDA coinciden en buena manera con las de AfD: ambos muestran su rechazo al sistema, ambos califican de corruptos a los partidos establecidos y ambos desconfían de los medios de comunicación. Y es que desde un punto de vista político, sería poco inteligente por parte de AfD no unirse a la gente de PEGIDA para intentar ganar su simpatía”, asegura el profesor Koschmieder. 

Figuras relevantes de AfD, entre ellos su líder y portavoz Bernd Lucke (antiguo militante democristiano), han intentado sin rubor capitalizar políticamente las marchas contra la islamización de Alemania: Lucke mostró la semana pasada su “compresión” con las marchas en un programa de debate de máxima audiencia en la televisión pública alemana; otros miembros destacados de su partido incluso participaron en recientes manifestaciones celebradas en Dresse. 

Potencial político 

Así las cosas, parece evidente que PEGIDA y AfD son dos fenómenos paralelos que confluyen en el creciente malestar social con el discurso de “no hay alternativa” con el que la canciller Merkel ha hecho frente a la crisis del euro y con el que ha defendido a capa y espada sus políticas de austeridad.

La pregunta que muchos se hacen ahora es hasta qué punto esa confluencia entre PEGIDA y AfD podría convertirse en un problema real para la hasta ahora incontestable hegemonía política de Angela Merkel. Una reciente encuesta de la sociedad de estudios sociales YouGov apunta que el potencial político de ambos movimientos no es nimio: alrededor del 35 por ciento de los ciudadanos alemanes ven bien que por fin alguien llame la atención sobre la política de asilo y muestre su rechazo al islamismo.

Publicado en Abc.es.

martes, 16 de diciembre de 2014

Fundido en negro (artístico) en Berlín

Blu decidió morir matando: hace unos días, de noche y sin previo aviso, el artista urbano cubrió con una capa de pintura negra sus grafitis en la Cuvrystrasse, unos de los más míticos y fotografiados del popular distrito de Kreuzberg y, por consiguiente, de Berlín.


La noticia corrió como la pólvora por redes sociales y medios de comunicación. Tras muchas especulaciones, el grafitero italiano lo confirmó horas después en su blog: «En 2007 y 2008 pinté dos muros en la Cuvrystrasse, en Berlín, con el apoyo de Lutz, Artitude y sus voluntarios. En 2014, y tras ser testigos de los cambios sufridos por la zona durante los últimos años, sentimos que era hora de borrarlos». 

Un hombre sin cabeza y con dos relojes de oro en sus manos atados con una cadena en forma de esposas; en el muro de al lado, dos figuras con las cabezas cubiertas se desenmascaran mutuamente bajo la frase «Reclaim your city» (reclama tu ciudad). Los dos grafitis, situados en un descampado de una de las calles más cotizadas de Kreuzberg, se habían convertido en un lugar de culto para los amantes del arte urbano. 

Tras el fundido en negro de corte reivindicativo decidido por Blu, lo único que ha quedado de la obra son las palabras «your city». El artista ha querido dejar así clara su opinión: Berlín está dejando de ser de sus habitantes para caer en manos de grandes intereses económicos e inmobiliarios. En el solar, una empresa inmobiliaria tiene previsto construir 250 pisos abalconados con vistas al río Spree. Es uno más de los muchos proyectos inmobiliarios que están cambiando la fachada de la ciudad a marchas forzadas.

Desde la caída del Muro, Berlín se había caracterizado por contar con numerosos espacios vacíos en lugares céntricos utilizados por grafiteros e interventores del espacio público. «Tras enterarse de que el nuevo edificio sería construido también con vistas a los grafitis, los artistas decidieron pintarlos de negro para que nadie pudiera sacar provecho de la obra original». Así lo apuntaba una declaración difundida en internet por el entorno de Blu.

Fotografía de Andreu Jerez ©.
Berlín no es Múnich 

«Berlín sin grafitis es Múnich». Es uno de los eslóganes-protesta que se pueden leer estos días en las paredes de la capital alemana. La frase recoge el espíritu de esta extraña capital europea: a diferencia de Londres, París o Barcelona, el atractivo de Berlín había residido hasta ahora en ser una ciudad destartalada y urbanísticamente caótica, lo que dio lugar a espacios como el solar con los grafitis de Blu. 

Berlín no es Múnich, pero la (exitosa) estrategia de marketing que ha colocado a la ciudad en lo más alto del ranking turístico mundial ha cambiado a la capital alemana para siempre. El director de dicha campaña reconoció una vez que «los lemas contra los turistas en las paredes de la ciudad contribuyen a reforzar el encanto berlinés algo crudo y hace precisamente a la ciudad interesante para los turistas». 

La intención de la inmobiliaria de capitalizar los grafitis de Blu encaja a la perfección en esa lógica. Y, aunque muchos celebren el «haraquiri» artístico de Blu como un golpe maestro, el artista parece ser consciente de que sólo se trata de una victoria pírrica.

Publicado en Abc.es.

domingo, 7 de diciembre de 2014

La Izquierda gobernará en Turingia

Los medios alemanes no dudan en calificarlo de día histórico para el país: el parlamento regional de Turingia ha elegido este viernes a Bodo Ramelow, del partido de La Izquierda, como primer ministro de ese Estado federado oriental. Ramelow es el primer primer ministro regional de La Izquierda, formación nacida en 2007 de la fusión entre poscomunistas orientales y socialdemócratas occidentales desencantados con las reformas introducidas por el excanciller Gerhard Schröder.

La votación en el Parlamento de Turingia ha sido una metáfora del atropellado camino que ha tenido que recorrer Ramelow desde las elecciones regionales celebradas el pasado 14 de septiembre: Ramelow ha sido elegido con 46 votos a favor (frente a los 45 en contra de la oposición) y en una segunda votación, pues en la primera le falto un apoyo; esto último ha sido interpretado como un posible toque de atención de algún diputado de las tres formaciones que conforman el tripartito de centro-izquierda (La Izquierda de Bodo Ramelow, los socialdemócratas del SPD y los ecoliberales de Los Verdes) que deberá gobernar Turingia durante los próximos años.

Los democristianos de la CDU fueron el partido más votado en las últimas elecciones regionales y consiguieron 34 escaños; sin embargo, La Izquierda de Turingia se erigió como el principal partido de la oposición con 28 diputados. Ramelow convenció a socialdemócratas y ecoliberales para formar un coalición que acabase con los 24 años de Gobierno ininterrumpido de la CDU en Turingia. Los democristianos formarán así oposición junto a los euroescépticos de Alternativa para Alemania (AfD), que entraron con fuerza en el parlamento regional con 11 diputados y se asienta cada vez como una clara opción a la derecha del partido de Angela Merkel.

Críticas a La Izquierda 

Recién cumplido el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, las suspicacias respecto a su pasado autoritario siguen acosando al joven partido de la Izquierda. Suspicacias expresadas mejor que nadie por dos relevantes figuras de la historia reciente de Alemania: el actual presidente federal y exciudadano de la desaparecida República Democrática Alemana, Joachim Gauck, y el cantautor y también exciudadano de la dictadura socialista oriental Wolf Biermann. 

Sobrepasando su pura función simbólica, el presidente federal, Joachim Gauck, expresó recientemente en una entrevista con la televisión pública ARD sus dudas sobre que un Estado federado debiera estar gobernado por un primer ministro de La Izquierda, principal heredero del lastre político de la desaparecida dictadura oriental. 

Wolf Biermann, a quien el régimen de corte estalinista germanooriental le retiró la ciudadanía por sus duras críticas, ofreció un recital en el Parlamento alemán el pasado 9 de noviembre que ya ha pasado a la historia: en él, y antes de interpretar una de sus míticas canciones protesta, Biermann aprovechó para arremeter contra la bancada de La Izquierda (primer partido opositor a nivel federal) acusándolo de no ser “ni de izquierdas ni de derechas, sino simplemente autoritario”.


Programa socialdemócrata 

Más allá de las críticas a las que La Izquierda tiene que seguir haciendo frente cada vez que opta a ocupar poder institucional, diarios referenciales del país como el liberal «Süddeutsche Zeitung» y el conservador «Frankfuter Allgemeine Zeitung» coinciden en que el Gobierno regional de Ramelow, aupado al poder gracias a una mayoría simple, no supondrá la aplicación de un programa comunista, sino más bien socialdemócrata y moderado. 

El mismo Ramelow, quien por cierto es germanoccidental y por tanto no tuvo nada que con la dictadura de la RDA, dijo hace poco que antes que su partido está el Estado de Turingia, en un claro mensaje a su formación: desde el Gobierno regional no hará política para conseguir que La Izquierda consiga algún día entrar en un Gobierno federal (posibilidad descartada de plano por la cúpula del SPD), sino para darle un giro social a un Estado gobernado durante más dos décadas por los democristianos. 

En su primer discurso como primer ministro electo, Ramelow dijo que su Gobierno estará abierto al diálogo y volvió a pedir disculpas a aquellos ciudadanos que sufrieron la represión de la dictadura socialista de la RDA haciendo referencia directa a las torturas que sufrió un amigo personal en una cárcel de la Stasi (la temida policía política de la RDA). El principal mensaje que quiso mandar Ramelow se puede resumir en sus siguientes palabras: “reconciliar en lugar de dividir”.

Publicado en Abc.es.

martes, 25 de noviembre de 2014

"En México estamos viviendo una reedición de la guerra sucia"

Henning Schacht / Amnistía Internacional ©.
Teólogo, antropólogo y director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Guerrero es una voz reconocida en el activismo civil mexicano. En una reciente visita a Alemania, donde en 2011 fue galardonado por Amnistía Internacional por su labor en el violento Estado de Guerrero, Barrera no dudó en ligar a las más altas estancias del Gobierno federal con el crimen organizado y el narcotráfico. 

Señor Barrera, ¿por qué cree que el caso de los jóvenes de Ayotzinapa ha provocado tal reacción internacional, teniendo en cuenta que hace años que en México rigen la colusión entre instituciones y crimen organizado y la violación sistemática de los Derechos Humanos? 

Lamentablemente, en nuestro país la situación siempre se trata de ocultar. El mismo presidente de la República se deslindó de su responsabilidad en esta ocasión. Nadie creía que los estudiantes iban a desaparecer; todos pensábamos que a lo mejor se había refugiado en algún lugar ante la represión. Pero su desaparición provocó que los padres se comenzaran a concentrar, y desde ahí se gestó este movimiento de reclamo global por la presentación de los 43 jóvenes desaparecidos. 

¿Y por qué ha cobrado el caso de los jóvenes de Ayotzinapa tal dimensión? 

Porque en él se concentra una tragedia en la que están involucrados policías, el presidente municipal de Iguala y su esposa, porque hay omisión por parte del Gobierno federal y porque el ejército no impidió que ocurriese lo que ocurrió. El Estado mexicano en su conjunto, y sobre todo las instituciones encargadas de dar seguridad, fueron cómplices. Hay poderes fácticos en nuestro país que están influyendo en la manera de ejercer el poder, y de atentar contra la vida y los derechos fundamentales de la población. Sobre todo, cuando se trata de expresiones públicas de protesta, como en el caso de los normalistas de Ayotzinapa. O tal como ya ocurrió el 12 de diciembre de 2011, cuando policías estatales y federales mataron a dos estudiantes en Guerrero, crimen por el cual todavía no se ha castigado a nadie. 

¿Cómo cree que podría combatirse la galopante impunidad que sufre su país? 

En el caso concreto de Ayotzinapa, primero tiene que haber una investigación profunda con la asistencia técnica de expertos internacionales. Segundo, se tiene que arrancar de raíz la corrupción y se tienen que depurar las policías. No puede ser que sigamos dependiendo de agentes que están coludidos con el crimen organizado. En México no hay garantías de seguridad ni confianza en las autoridades. Somos un país de víctimas y desaparecidos. 

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sábado, 22 de noviembre de 2014

"L'FMI és l'instrument més important del neoliberalisme"

“Les regles per convertir-se en Estat membre del Fons Monetari Internacional (FMI) eren senzilles: els països candidats havien d'obrir els seus llibres de comptabilitat, els quals serien controlats fins a l'últim detall. A continuació, havien de recolzar el seu poder econòmic amb una determinada quantitat d'or i abonar la seva aportació financera a la caixa de l'organització. A canvi, els països membres rebien la garantia d'aconseguir crèdits en cas de caure en problemes financers...”. 

Aquest manual d'instruccions és un dels primers paràgrafs del llibre Weltmacht IWF. Chronik eines Raubzuges (Poder global FMI. Crònica d'un espoli, Editorial Tectum), d'Ernst Wolff, periodista i escriptor d'origen alemany. Wolff ofereix un minuciós repàs dels orígens i la història d'una organització, la comprensió de la qual és indispensable per entendre el desenvolupament del capitalisme des de la fi de la Segona Guerra Mundial, mutat ara en el neoliberalisme postmodern imperant des de l'enfonsament de la Unió Soviètica. 

L'FMI, creat el 1945 per assegurar als EUA, com a nova i solitària superpotència militar, el domini de l'economia internacional, és avui en dia una institució de caràcter global que representa a la perfecció el model neoliberal i planetari. L'FMI és la pedra de toc de les successives crisis de deute viscudes des de la dècada dels setanta. L'Argentina, Sud-àfrica, l'antiga Iugoslàvia, Corea del Sud, Irlanda, Xipre i Grècia són països molt diferents i diversos, però amb un denominador comú: han estat sotmesos als plans i estratègies de l'FMI, amb les dures conseqüències socials que ja coneixem. Parlem amb Ernst Wolff, que ha destriat sistemàtica i minuciosament les diferents fases de l'FMI i les seves estratègies per aconseguir el seu objectiu últim: defensar els interessos del que ell ha batejat com “aristocràcia financera”. 

Per què va decidir escriure un llibre sobre l'FMI? 

Fa més de quaranta anys que em dedico a investigar les relaciones entre economia i política. Fa poc més de sis anys em vaig adonar que, fins el dia d'avui, no se'n havia escrit cap que oferís un ampli repàs de la història de l'FMI. Per a mi era gairebé una obligació escriure aquest llibre. 

Sosté que les crisis de deute passades i presents mostren moltes similituds: governs de tecnòcrates, programes d'austeritat, etc. Però quines són les principals diferències entre les crisis de deute d'ahir (Argentina, Iugoslàvia o la República Democràtica Alemanya) i les d'avui (Grècia, Xipre o Portugal)?

Les institucions financeres són avui molt més poderosos que en el passat. Controlen el nostre món. Si algun govern no els hi agrada, s'encarreguen de que els mercats financers el canviïn immediatament. A més, els caps dels bancs centrals són avui en dia més importants que els caps de govern, perquè els primers estableixen els tipus d'interès que condicionen els tipus de canvi i la massa monetària. 

D'una banda cada dia es fa més evident que el model econòmic neoliberal és incompatible amb un sistema democràtic. Els casos de Mèxic o la Xina, entre altres països, en són clars exemples. El paper de la troika (FMI, Comissió Europea i Banc Central Europeu), també. D'altra banda, les economies socialistes planificades (Unió Soviètica o Cuba) es van mostrar ineficients i també antidemocràtiques. En la seva opinió, quina podria ser l'alternativa als dos models? 

L'anarquia que manipula els mercats ha d'acabar i hauria de ser substituïda per plans econòmics globalment coordinats. Tanmateix, aquest plans econòmics han de mostrar diferències fonamentals respecte a les economies planificades del passat. Aquestes últimes estaven controlades per camarilles de funcionaris. Els plans econòmics del futur haurien de ser elaborats de manera absolutament transparent amb ajuda d'Internet. I per això, és necessari que Internet, amb les seves xarxes socials, deixi de tenir només un ús comercial per convertir-se en una eina al servei de tota la humanitat. 

Els programes d'austeritat i de reformes als quals l'anomenada perifèria europea està sent sotmesa, i que vostè analitza al llibre, recorden inevitablement a la teràpia de xoc a la qual van ser sotmeses les economies de l'antic bloc soviètic. A tots dos casos, l'FMI va jugar un paper decisiu. Està copiant la troika el model aplicat al bloc de l'Est pels països del sud d'Europa? 

Efectivament, la troika està fent al sud d'Europa el mateix que va fer amb la Unió Soviètica i al Bloc de l'Est: ajuda les elits financeres a guanyar cada vegada més diners al mateix temps que rebaixa el nivell de benestar de les masses treballadores. D'aquesta manera, augmenta les diferències entre rics i pobres, i desestabilitza eixes societats. El sud d'Europa viurà fortes agitacions socials durant els pròxims anys. Serà absolutament inevitable.

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jueves, 13 de noviembre de 2014

Los vencedores escriben la historia

La historia la escriben los vencedores. A estas alturas del siglo XXI no hay quien ponga en entredicho esa afirmación. Con la caída del Muro de Berlín, el fin oficial de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania, no fue de otra manera. 

Estos últimos días, de grandes palabras y simbólicos discursos, hemos recibido de manera masiva reportajes e informes que recuerdan aquellos días, en los que gente luchaba por la "Libertad" y la "Democracia", así, siempre escrito con mayúscula. 

Algunos de los reportajes ofrecidos por televisiones alemanas y extranjeras no ahorraron en dramatización y en el uso (vergonzoso) de elementos estilísticos como la música. Todo ello para sazonar las informaciones retrospectivas sobre la revolución pacífica en la Alemania oriental y la dimisión de la Unión Soviética que supusieron el fin del Muro de Berlín.

A estas alturas del partido, y cuando hace 25 años que importantes intelectuales dieron el pistoletazo para el inicio oficial de la postmodernidad y el Fin de la Historia, quien no muestre un escepticismo militante frente al relato predominante estará lejos de entender la realidad.

Recién cumplido un cuarto de siglo de la caída del Muro, para mi todos son preguntas: ¿realmente supusieron el fin de la división alemana y el hundimiento del Bloque socialista la conquista de la Libertad y la Democracia, así, con mayúsculas? ¿Dónde estaban y qué hacían entonces los que ahora marcan los designios de esta Europa sin rumbo? ¿Fue realmente Angela Merkel, ciudadana integrada de la Alemania oriental, una disidente en la RDA y una luchadora por la Libertad y la Reunificación germana? ¿Tantos motivos hay para celebrar tanto?

El que fuera el primer (y último) primer ministro democráticamente elegido de la República Democrática Alemana (RDA), el democristiano Lothar de Maizière, nos concedió la semana pasada a mi y al colega José-Pablo Jofré una apasionante entrevista en la que desgranó su visión de todo lo que ocurrió desde el lado de los vencidos; es decir, desde el Este. Aquí la tenéis:

«Kohl cree que fue el único que dio el empujón al Muro»


Eberhard Thonfeld ©

Lothar de Maizière nos recibe en su despacho que huele a trabajo –«¡una oficina ordenada significa siempre que en ella no se trabaja!», aclara–. Tiene vistas hacia al cementerio Dorotheenstädtisch, donde descansan Brecht, Hegel, Fichte y Heiner Müller, entre otros artistas y pensadores. «Ahí tengo reservado mi sitio», comenta con la sabia calma de un músico y abogado corresponsable de la reunificación alemana. 

¿Se acuerda de dónde estaba usted y qué estaba haciendo el 9 de noviembre de 1989? 

Sí, esa noche yo estaba en la catedral francesa, en Gendarmenmarkt. La iglesia evangélica había invitado al nuevo y al viejo partido para discutir cómo se debía continuar, pues todos sabían que las cosas no podían seguir así. Y, en la mitad del evento, entró un joven y dijo: «Ha caído el Muro». En seguida pensé que todos se marcharían, pero el moderador dijo: «No, todavía no; dos grupos no han podido exponer su perspectiva del futuro.» 

Y, efectivamente, todos permanecieron sentados y no se marcharon hasta terminada la reunión. Entonces la mayoría se fue a la frontera. Menos yo, que me fui a casa porque el 10 de noviembre la Dirección General de la CDU de Alemania Oriental elegía a su nuevo presidente y yo era uno de los candidatos. Por la tarde había estado pensando qué decir en mi discurso, pero estaba claro que después de la noticia de la caída del Muro podía tirar mi discurso a la basura. «Ahora tienes que inventarte otro», me dije. «Una investigación demostró que no trabajé para la Stasi» 

¿Hubo momentos en los que temió que el proceso de democratización y reunificación de Alemania pudiera descarrilar?

No. La cuestión decisiva era más bien cómo reaccionarían los soviéticos. Nosotros, los alemanes del Este, habíamos tenido ya la experiencia en 1953 en Berlín, en 1956 en Hungría, en 1968 en Praga y cada vez que había algún tipo de cambio notable. Pero, en septiembre de 1988, Mijail Gorbachov dio un discurso ante la ONU donde dijo que la Doctrina Brézhnev ya no sería más un instrumento para la política exterior. 

En noviembre de 1968, después de que la insurrección en Praga fuera aplastada, se reunieron en Varsovia los líderes de los partidos comunistas del Bloque del Este y determinaron que cuando en alguno de sus países el sistema socialista corriera peligro, los otros no sólo tenían el derecho, sino la obligación de intervenir y de reprimir la contrarrevolución. Gorbachov explicó entonces ante la ONU que dicha doctrina dejaría de tener vigencia. A partir de ese momento regiría el principio de no intervención en asuntos externos europeos. Y así fue su comportamiento. 

Ese fue un factor decisivo. Tiempo después hablé con el general en jefe de las fuerzas armadas soviéticas y me dijo que la orden era que si la RDA era atacada desde fuera, la cláusula de defensa mutua estipulada por el Pacto de Varsovia establecía que los militares tenían permiso de salir del cuartel para defenderse si la población civil intentaba atacar a los rusos. Pero ese no fue el caso. 

Recientemente se han publicado unas declaraciones del excanciller Helmut Kohl, en las que ponía en entredicho el papel de la revolución pacífica en la RDA y aseguraba que la caída del Muro fue responsabilidad exclusiva de Mijail Gorvachov. ¿Qué opinión le merecen sus palabras? 

Los comentarios de Kohl son el resultado de la decepción por el hecho de que ya nadie lo toma tan en serio como él se toma a sí mismo. Él cree que le dio un empujón al Muro, que fue quien lo hizo todo. No tiene en cuenta la participación de los germanoorientales. Desde el día en que lo conocí, Kohl siempre ha actuado para que su imagen en los libros de historia sea impecable. 

Sus comentarios son en parte correctos, pero sólo una verdad a medias. Es verdad que Gorbachov ya no era capaz de mantener el control, ni en su propio país. Y no reconoció a tiempo que ese sistema no podía ser reformado. El sistema se desplomaba o se seguía manteniendo por medio de la fuerza. Los sistemas dictatoriales se basan en el secreto y en el espionaje. En el momento que ceden en libertades, dejan de funcionar. En el fondo, Kohl quiere relativizar el trabajo de los demás y brillar con mejor luz. 

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lunes, 10 de noviembre de 2014

El niño que fotografió la caída del Muro

“En aquel momento, yo no era consciente de la importancia histórica de aquel acontecimiento ni del cambio radical que generaría en el mundo. Simplemente era un adolescente con ganas de estar allá donde ocurría la acción”. 

Tobias Seeliger era un aficionado a la fotografía de 15 años cuando cayó el Muro de Berlín. Ahora es un fotógrafo profesional, tiene 40 años y cuenta su historia entre tragos de té y sentado en un restaurante ruso situado en Prenzlauer Berg, distrito berlinés oriental donde nació, creció y en el que sigue viviendo. 


"Entonces tenía una Praktica, una cámara germanooriental que se estropeó justo en octubre de 1989. Un amigo me prestó entonces una Zorki, una cámara rusa fabricada a imitación de la Leica pero en el campo soviético”. Con ella fotografió, la inesperada caída del Muro y los caóticos meses siguientes, que desembocaron en el fin de la Guerra Fría. 

Tobias no tiene ni idea de cuántas fotos hizo entre las penúltimas elecciones municipales celebradas en la República Democrática Alemana (RDA) el 7 de mayo de 1989, cuya manipulación fortaleció el movimiento opositor al socialismo real, y el 3 de octubre de 1990, día en que la reunificación del país se hizo realidad. A través del objetivo de esa cámara soviética, Tobias observó y documentó Die Wende (El cambio), palabra alemana que sirve para denominar los 17 meses transcurridos entre el inicio del hundimiento de la dictadura socialista y la adhesión de los territorios germanoorientales a la capitalista República Federal de Alemania (RFA). 

Imágenes para la historia 

Dos agentes de la oriental Volkspolizei (Policía del Pueblo) miran desconcertados a través de un gran boquete abierto en el Muro de Berlín; tres jóvenes muestran victoriosos un diario de Berlín occidental con la noticia de la caída del Muro; dos mujeres se abrazan emocionadas ante un paso fronterizo berlinés; un grupo de punks germanoorientales charlan ante una iglesia y junto a un grupo de cristianos opositores. 

Berlin 1989/90 © Tobias Seeliger

Todas esas instantáneas, tomadas entonces por Tobias, forman ahora parte del libro «Zeitenwende | A Turning Point in History» («Tiempos de cambio | Un punto de inflexión en la historia»), recién publicado en Alemania. “Ésta es mi historia, éstas son las imágenes de mi historia tal y como yo la viví. Ni más ni menos, sin la mínima pretensión de explicarlo todo ni de mostrarme políticamente correcto”. Así arranca el libro, que combina las fotografías con breves reflexiones sobre aquellos días. 

Berlin 1989/90 © Tobias Seeliger
Tobias no sólo documentó inconscientemente el momento histórico del (desaparecido) país en el que nació; también formó parte de la revolución pacífica que pretendió reformar y democratizar el socialismo real y que se oponía a la reunificación. “Yo mismo estaba en contra de la adhesión de la RDA a la Alemania occidental, pero la mayoría acabó decidiéndose por ello, seguramente porque no sabía realmente lo que significaba el capitalismo. No obstante, ahora, con perspectiva histórica, supongo que la reunificación fue la única consecuencia posible tras la caída del Muro”. 

De lo que Tobias no tiene duda alguna es de que, aunque el escenario hubiera sido otro, aquel niño de 15 años habría estado allí para fotografiarlo.

jueves, 23 de octubre de 2014

La (fallida) política de asilo en Alemania


Las alarmas saltaron a finales del pasado septiembre: un trabajador de una empresa de seguridad privada pisa con su bota la cabeza de un residente en un centro de acogida de la localidad de Burbach, en el Estado de Renania del Norte-Westfalia. Mientras Marwan Rahmani, refugiado procedente del norte de África, sufre esta humillación boca abajo y con las manos esposadas tras su espalda, otro miembro de la seguridad posa de cuclillas y con una sonrisa ante la cámara del teléfono móvil con el que una tercera persona fotografía la escena. «Son imágenes que recuerdan a Guantánamo», dijo un cargo policial tras dar a conocer el caso. 

Tras la salida a la luz de la foto, las autoridades recibieron más denuncias de torturas y vejaciones en otros dos centros de acogida en Essen y Bad Berleburg, también en Renania del Norte-Westfalia. Los tres casos apuntan a la firma de seguridad privada SKI, con sede en la ciudad Núremberg pero activa en todo el país, y que al mismo tiempo fue subcontratada por European Homecare, firma gestora de seis centros de acogida para refugiados en Renania del Norte-Westfalia y de cuarenta en toda Alemania. El Gobierno regional ya ha rescindido el contrato con European Homecare en el centro de Burbach y está estudiando el resto de subcontratas. 

Amnistía Internacional Alemania reaccionó con un duro comunicado que señala directamente a los gobiernos regional y federal: «Cuando se confía a una empresa privada este tipo de responsabilidades públicas, las autoridades correspondientes tienen que controlar regularmente el trabajo de esa empresa», afirma la ONG, que recuerda además que la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura establece que los Estados son los responsables últimos de evitar maltratos y vejaciones contra ciudadanos nacionales y extranjeros.

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jueves, 9 de octubre de 2014

"Border Bridges": muros pasados y muros invisibles

Recupero mi texto "Muros de la vergüenza", publicado en Setmanari Directa hace casi un año, para invitar al lector a visitar la recientemente inagurada exposición Border Bridges, sobre la que he tenido la oportunidad de reportar. Una muestra que invita a reflexionar sobre muros pasados y muros presentes (e invisibles).

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La historia puede ser caprichosa: lo que queda del muro de Berlín, ese monstruo de cemento gris que dividió la actual capital alemana y que separó a sus habitantes durante casi 30 años, que aisló la parte occidental berlinesa enclavada en medio de aquel Estado oriental que se consideraba antifascista y que no era más que una dictadura socialista de tics estalinistas, es hoy un centro de peregrinación para turistas llegados de todo el mundo a la búsqueda de los restos de un símbolo de la cultura popular del siglo pasado.

La imagen no deja lugar a dudas: detrás de la East Side Gallery, el trozo de muro más largo conservado hoy en Berlín, la especulación hace estragos en lo que fuera la 'franja de a muerte': una estrecha franja de tierra, antaño repleta de torres de control, soldados, cable de espino y armas automáticas, y en la que la represión de la República Democrática Alemana se hacía más patente, es ahora disputada por multinacionales con ganas de sacar provecho de los ríos de turistas que diariamente, llueva o haga sol, caminan por los restos del muro de la vergüenza. El capitalismo aprovecha todo de todo, incluso los escombros del socialismo real.

Pero si la historia puede ser caprichosa, el presente nos recuerda que estamos bien lejos de vivir en el mejor de los mundos posibles, tal y como nos vendieron aquéllos que la asesinaron (a la historia) en nombre de la libertad, el progreso y el mercado. Quedan muchos muros en pie: México, Palestina, Irlanda del Norte, Ceuta, Melilla. Un largo etcétera nos recuerda que la vergüenza no acabó con el hundimiento del socialismo autoritario y real: muros que separan el precario bienestar de la miseria, gentes de su tierra, personas de sus sueños.

Mientras tanto, los restos del muro de Berlín ponen su grano de arena para gentrificar una ciudad que no volverá ser la que fue. Ironías del destino.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Se vende trozo de historia

Wieland Giebel, frente al fragmento de muro. Foto de Berlin Story.
El 9 de noviembre de 1989 las imágenes de berlineses orientales cruzando la frontera entre las dos Alemanias dieron la vuelta al mundo. Tras el anuncio de un portavoz del régimen socialista de que el Gobierno expediría visas sin restricciones para visitar Alemania occidental, las olas de ciudadanos orientales ávidos de conocer lo que había más allá del Muro de Berlín fueron imparables. Algunos interpretaron el anuncio de la dictadura oriental como la autoinmolación de un socialismo real que agonizaba por una ingente deuda externa y una economía inoperante.

El Muro de Berlín (y su caída) no solo pasó a formar parte del imaginario del fin de la Guerra Fría y del definitivo pistoletazo de salida de la posmodernidad, sino que además se convirtió en todo un imán para las masas turistas que todavía hoy siguen peregrinando a lo que queda del bautizado como «muro de la vergüenza». Cuando está a punto de cumplirse el redondo 25 aniversario de su caída, el Muro sigue siendo una fuente de ingresos, y no solo por la cantidad de turismo que atrae.

Pasada la resaca del hundimiento del Estado oriental y con la reunificación alemana en ciernes, un puñado de empresarios oportunistas se percató del negocio que supondría la venta de fragmentos del Muro de Berlín en un futuro cercano. No en vano, no son pocos los turistas que, en un arrebato fetichista, siguen llevándose a escondidas pequeños fragmentos de los tramos que siguen en pie en la capital alemana. También hay quien vende presuntos trozos en tiendas de souvenirs y en puestos ambulantes.

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lunes, 29 de septiembre de 2014

Los yasidíes «alemanes»

Chaukeddin Issa no tiene dudas: «El objetivo del Estado Islámico fue desde un principio eliminar del mapa a todas las minorías religiosas. No quieren a ningún otro tipo de creencia o religión en su califato que no sea la suya. Por eso comenzaron con la persecución no sólo de yasidíes, sino también de cristianos e incluso de kurdos chiítas».

Issa es miembro del Consejo Central de los Yasidíes de Alemania, el país europeo con la mayor comunidad de esta minoría religiosa. Los yasidíes llegaron a Alemania a partir de la década de los cincuenta procedentes de Siria, Irak, Irán y Turquía (los Estados que comprenden los territorios históricos del Kurdistán) por motivos económicos, como estudiantes o como refugiados políticos.

 «Todos los yasidíes son kurdos sin excepción. El yasidismo era la única religión del Kurdistán antes de las diferentes olas de islamización», sentencia este traductor e historiador de 59 años, llegado a la capital alemana desde el noreste de Siria en 1974. Issa habla sentado en el salón de su casa, en el distrito berlinés de Kreuzberg, en un perfecto y aseado alemán. Razona con la tranquilidad de un intelectual con un profundo conocimiento de la historia de la religión y de Oriente Próximo.

Aunque no hay estadísticas oficiales, se calcula que en Alemania viven unos 60.000 yasidíes (Chaukeddin Issa aumenta esa cifra hasta los 120.000 sumando a todas las generaciones). Así pues, no es de extrañar que cuando empezaron a llegar a Europa las primeras informaciones sobre la persecución de yasidíes en el norte de Irak, las calles de algunas ciudades alemanas se llenasen de miembros de esta minoría religiosa. 

«Frenemos el genocidio», gritaban los cientos manifestantes de concentrados hace unas semanas en Herford. En esa pequeña ciudad del oeste de Alemania incluso se produjeron enfrentamientos entreyasidíes y simpatizantes del fundamentalismo del Estado Islámico. La policía tuvo que intervenir y los titulares de la prensa hicieron saltar las alarmas en un país que ya ha sido escenario de enfrentamientos entre sus amplias comunidades turca y kurda cuando la cuerda entre la guerrilla kurda del PKK y el ejército turco se tensaba en el sureste de Turquía.

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jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Sufre Alemania una ola de nuevo antisemitismo?

“Judío, judío, cerdo cobarde, sal y pelea solo” o “Hamás, Hamás, judíos a la cámara de gas” fueron algunas de las agresiones verbales antisemitas que pudieron escucharse en manifestaciones celebradas en Alemania durante las últimas semanas. Marchas convocadas por los más diversos colectivos contra las devastadores consecuencias de la última operación militar de Israel sobre la Franja de Gaza, y que en ciertos casos fueron bastante más allá de la legítima crítica al Gobierno israelí. 

Recientemente, el presidente del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Dieter Graumann, llegó decir al diario británico The Guardian que el actual es “el peor momento desde la era nazi”. Unas declaraciones que provocaron que medios y personalidades relevantes de la política y la sociedad germanas denunciaran una ola de nuevo antisemitismo. Pero, ¿realmente se trata de nuevo un antisemitismo o simplemente del reavivamiento del antisemitismo de siempre que sigue latente tanto en Alemania como en otros países europeos? 

El último informe sobre las tendencias antisemitas en Alemania publicado en 2012 por encargo del Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán) arrojó uno resultados contundentes: alrededor de un 20% de la población alemana mantiene prejuicios antisemitas. La expresión práctica de esa discriminación está muy a menudo ligada a la idea de que la comunidad judía mundial conforma un grupo homogéneo que busca imponer sus intereses a través de una enorme influencia política y financiera. A esto último también se le conoce popularmente como teoría de la conspiración judía internacional. 

En contra de la sensación transmitida por medios y líderes de opinión, los índices de antisemitismo se han mantenido estables durante los últimos años y hasta la fecha. “Los sondeos no muestran un aumento, pero seguramente la guerra en Gaza sí que ha provocado que el resentimiento ya existente en la sociedad alemana se haya trasladado a las calles”, opina Stefanie Schüler-Springorum, directora del Centro para la Investigación de Antisemitismo de la Universidad Técnica de Berlín. “Desde 1945, el remanente antisemita se ha extendido en dos sentidos: la fijación en Israel y la equiparación de ese Estado con toda la comunidad judía, y el llamado antisemitismo defensivo, a través del cual se relativiza el Holocausto de diversas maneras”, apunta la profesora, para quien no hay un nuevo antisemitismo, sino nuevas formas de expresión de los viejos prejuicios. 

El diagnóstico de Schüler-Springorum se parece al de Anetta Kahane, presidenta de la Fundación Amadeu Antonio, organización no gubernamental que promueve la lucha contra el racismo en Alemania: “Cuando el conflicto en Oriente Medio sufre una escalada, aquí también crece la atención sobre lo que allí ocurre y se reactiva el resentimiento antisemita ya existente. Los ataques físicos y verbales crecen en esas fases para luego volver a descender. Pero ello no quiere decir que el antisemitismo latente desaparezca”.

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domingo, 24 de agosto de 2014

Entrevista amb Gerhard Schick: “L'estat no és capaç d'entendre el que està passant als mercats"


“Un grup de només 147 empreses (…) exerceixen el control sobre gairebé el 40% dels actius dels consorcis transnacionals del tot el món”. “El 2010, els alts preus dels aliments (provocats per l'especulació) van condemnar 40 milions de persones a la fam i la pobresa més absoluta”. “Un 10 % dels alemanys posseeix el 66% de la riquesa del país (el 1970, era el 44%) (...) mentre que la meitat més pobra ni tan sols posseeix l'1,4% de la riquesa del país”. “La meitat de la població mundial té un 1% de la riquesa de tot el planeta, mentre el 10 % més ric posseeix la barbaritat del 86% de tota la riquesa mundial, i una elit de l'1%, el 46%”. 

Totes són cites extretes del llibre Machtwirtschaft. Nein Danke! Für eine Wirtschaft, die uns allen dient (Poder econòmic. No gràcies! Per una economia al servei de tots nosaltres), escrit pel polític i economista Gerhard Schick, membre de l'ala esquerra del partit Aliança 90/Els Verds i portaveu d'assumptes econòmics de la seva formació al Parlament d'Alemanya. A un país governat per una aclaparadora Gran Coalició –govern de concentració nacional format per conservadors i socialdemòcrates– i on l'oposició parlamentària (Die Linke i Els Verds) no arriba ni a un terç dels escons, les veus crítiques amb el denominat model alemany no abunden ni a les institucions ni als mitjans de comunicació de masses. El llibre de Schick, encara no traduït ni al català ni al castellà, ofereix una mirada crítica i carregada d'estadístiques i xifres sobre la cara B del model econòmic alemany (dúmping salarial, flexiseguretat i creixent desigualtats socials). Un patró que encaixa a la perfecció amb el neoliberalisme imperant.

Senyor Schick, quin és el principal objectiu del seu llibre?

L'objectiu principal és explicar el desenvolupament del que jo anomeno “poder econòmic” i intentar així generar un moviment d'oposició al poder creixent dels grans consorcis i dels mercats financers. Jo no puc assolir sol aquest objectiu d'oposició des del meu escó parlamentari, sinó que és necessari el suport de la societat.

Al llibre sosté que la manca de regulació estatal de l'economia de lliure mercat porta a situacions absurdes com, per exemple, milers d'habitatges buits a països on hi ha gent al carrer. Com alternativa proposa la recuperació de certes postures de la tradició del ordoliberalisme alemany. Ens podria explicar un poc més aquesta idea?

Durant els anys 40, encara durant la Segona Guerra Mundial, un grup de juristes i economistes es van reunir per debatre com hauria de ser l'ordre econòmic de l'Alemanya de postguerra. I es van adonar de l'important paper que havien jugat grans consorcis empresarials pel naixement i enfortiment del nacionalsocialisme. També van observar l'enorme poder polític dels trusts o càrtels als EUA i que el socialisme d'economia planificada no era una alternativa, perquè no era capaç de satisfer les necessitats materials de les persones.

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domingo, 10 de agosto de 2014

Reset Design: reiniciar el sistema creativo


Acudir a una embajada, no para solucionar un asunto burocrático ni para asistir a una encorsetada audiencia, sino para disfrutar de una exposición itinerante. Es lo que ocurre estos días en la Embajada de España en Berlín, que acoge hasta el próximo 22 de agosto la exposición Reset Design, new working models.

Organizada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la muestra parece encajar a la perfección con el espacio que la acoge: la oficina cultural de la Embajada ha reconvertido dos salas del imponente edificio, hasta ahora infrautilizadas (sólo se usaban para celebrar exámenes de la UNED), para organizar una muestra cuyo principal objetivo es el “reset del sistema creativo”, “reiniciar todo un sistema de relaciones entre dos mundos, el de los consumidores y el de los productores, cuya separación ya no es tan evidente como en el pasado”. 

Reset Design reúne el trabajo de diez pequeñas editoras españolas de mobiliario, iluminación y los más diversos accesorios para el hábitat. En un periodo de crisis como el actual, la creatividad y el emprendimiento son dos valores que sirven para compensar el tamaño de pequeñas empresas, cuya competencia en el mercado internacional siempre es difícil. 

La audacia de algunas de las piezas de la exposición no defraudará al visitante: por ejemplo, las butacas y tumbonas construidas a base de restos velas de barcos inservibles para la navegación, pero cuyo material es de excelente calidad y enorme resistencia; los bancos, mesas y alacenas ensambladas con diferentes tipos de maderas procedentes de demoliciones de edificios, andamios y palés aparentemente inservibles; o las lámparas, espejos y cuencos hechos a base de restos de café, un producto que hasta ahora parecía limitado a la industria alimentaria y cosmética. 

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sábado, 26 de julio de 2014

La "rebelión" de los pequeños cerveceros


Thorsten Schoppe, pequeño productor de cerveza, en su fábrica de Berlín®Andreu Jerez
En un país que no ha vivido una huelga general desde 1945, lo único que podría provocar un paro masivo sería un aumento drástico del precio de la cerveza. Está reflexión la podrá escuchar el residente extranjero en Alemania en la mesa de cualquier bar en la que un grupo de gente disfrute de su Feierabendbier (palabra compuesta que significa «cerveza de después del trabajo»). 

 Los alemanes tienen una merecida fama de amantes de la cerveza. No en vano, su país produjo 95 millones de hectolitros en 2011, según datos de The Brewers of Europe, asociación europea de la industria cervecera. Sin embargo, las estadísticas absolutas engañan: los alemanes «sólo» consumieron 107 litros de cerveza por cabeza en 2011 y ocupan así la tercera posición en Europa, por detrás de República Checa y Austria. 

 Pese a que Alemania esté en el «top 3» de las naciones cerveceras europeas, una mirada a las estadísticas acumuladas rebaja el optimismo: el consumo cayó sin pausa entre 2007 y 2011. Y esa tendencia no parece que vaya a cambiar: en 2013, la producción disminuyó un 2 por ciento respecto al año anterior. La industria cervecera alemana aprovecha así cualquier oportunidad para vender su productocomo la bebida nacional por excelencia.

Pero no todos los productores germanos parecen igual de preocupados por el decreciente consumo: pequeñas marcas vienen ganando fuerza durante los últimos años en Alemania y levantan un interés cada vez mayor entre los medios y el público en general. Es el caso de Thorsten Schoppe, creador de una cerveza berlinesa de autor que lleva su apellido y cuya demanda supera holgadamente la capacidad de producción de su modesta fábrica.

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viernes, 18 de julio de 2014

El aniversario de un símbolo


Con un torrente de felicitaciones tanto en los redes sociales como en los medios de comunicación tradicionales. Así ha vivido Alemania el aniversario de la canciller Angela Merkel, que cumplió ayer 60 años. Una gobernante que por su estilo y sus objetivos éxitos políticos se ha convertido en todo un símbolo de la locotomora económica europea y también de la defensa a ultranza de la austeridad como política económica sin aparentes alternativas. Un símbolo que muy probablemente pasará a la historia europea y mundial por sus aduladores incondicionales y pese a sus más acérrimos detractores.

Señora No”, “canciller de hierro” o “canciller tefón”. Muchos son los nombres que Merkel ha recibido por su manera de gobernar Alemania y de liderar Europa. “Ni los estudios de demoscopia, ni sus socios políticos ni sus rivales se aclaran con ella, y eso hace que crezcan su fama y su mito. Merkel deja que los debates sigan su curso y que los fuegos se consuman, y la gente tiene así la impresión de que ella se ocupa de que nada ocurra”, escribía esta semana un columnista del diario regional «Aachener Zeitung».

Un carácter que parece perfecto para un pueblo como el alemán, mayoritariamete conservador y poco amante de la improvisación y las sorpresas. Sin grandes gestos ni una dialéctica brillante, y con un perfil más bien bajo que unos consideran señal de solidez política y otros, de simple mediocridad; así se ha aupado la heredera política de Helmut Kohl a lo más alto de la democracia cristiana alemana, de donde nadie parece capaz de bajarla. Es más: Merkel no desmiente ni confirma su candidatura para una cuarta legislatura.

Sin embargo, su estilo parsimonioso e incluso a veces pasivo también tiene una cara B: la incapacidad de Merkel de explicar a su propio pueblo la crisis de deuda europea ha permitido que los euroescépticos de Alternativa para Alemania (AfD) se hayan hecho hueco a la derecha de la coalición conservadora (CDU-CSU) que lidera. Un logro del euroescepticismo político alemán que contradice la célebre frase del exlíder socialcristiano bávaro Franz Josef Strauß: “A la derecha de la CSU no puede haber ningún partido democráticamente legítimo”. Pues ya lo hay.

martes, 24 de junio de 2014

El euroescepticismo político echa raíces en Alemania

Bernd Lucke, durante una rueda de prensa. ®Andreu Jerez
Las pasadas elecciones europeas dejaron, al menos, un claro ganador en Alemania: el joven y euroescéptico partido Alternativa para Alemania (AfD, en sus siglas en alemán) consiguió el 7 por ciento de los votos y 7 escaños en el Parlamento Europeo. Un resultado que ya venían apuntando las encuestas antes de los comicios, después de que AfD se quedase a las puertas del Bundestag en las últimas elecciones federales tras conseguir el 4,7 por ciento de los sufragios.

Con un programa electoral que combina la apuesta por una zona euro reducida a los países con finanzas públicas sólidas y economías fuertes, la recuperación de competencias por parte del Gobierno alemán y una política migratoria más restrictiva, AfD pretende atraer a más electores desde posiciones "conservadoras", "nacionales" y "liberales". 

Votantes diversos 

"Estamos arraigados en todos los ámbitos de la sociedad alemana, como la CDU-CSU y el SPD", ha afirmado exultante de optimismo Bernd Lucke, presidente del partido. No en vano, y como muestran los análisis de las dos últimas citas electorales celebradas en Alemania (federales y europeas), AfD ha conseguido atraer a votantes de todos los partidos con representación en el Bundestag y de todos los grupos de edad (desde los 18 hasta los 70 años). 

¿Significa este auge de AfD que el euroescepticismo político es ya un fenómeno transversal en Alemania, a pesar de que a la locomotora económica europea le va macroeconómicamente bien? "Sí", contesta sin dudarlo Carsten Koschmieder, profesor de sociología política de la Universidad Libre de Berlín. "El descontento generalizado tanto con los partidos establecidos como con la política de rescates en la Eurozona se encuentra en todos sectores de la sociedad germana", asegura Koschmieder, que califica a AfD como un partido que capitaliza el voto de castigo al establishment político y económico del país. 

¿Extrema derecha? 

La incapacidad de Merkel para explicar su política europea (rescates de Estados y bancos), calificada machaconamente por la canciller de "inevitable" y "sin alternativas", también ha contribuido al crecimiento y establecimiento de AfD como partido, en opinión del profesor Koschmieder.

El partido euroescéptico no duda en ofrecer alternativas tanto para Alemania como para la Unión Europea: instituciones comunitarias menos poderosas, menos comisarios, refortalecimiento de los Estados nacionales, salida de la Eurozona de aquellos países para los que la moneda única es demasiado fuerte (España, Portugal, Grecia e incluso Francia) y toda una serie de medidas impensables (hasta el momento) en el programa político de Merkel. 

Los dos cabezas de lista de AfD, el líder del partido, Bernd Lucke, y el expresidente de la patronal industrial, Hans-Olaf Henkel, han negado una y otra vez que su partido tenga tendencias de extrema derecha. Sin embargo, su formación agitó eslóganes como "No somos la oficina social del mundo" durante las dos últimas campañas, en referencia al supuesto "turismo social" que Alemania sufre desde el inicio de la crisis. Un argumento electoral muy parecido a los usados por los neonazis del NPD, que consiguieron su primer europarlamentario en las elecciones del pasado 25 de mayo. 

El profesor Koschmieder, que ha estudiado la corta pero intensa evolución de AfD, tiene otra opinión: "Dentro del partido existen algunos elementos con convicciones de extrema derecha populista que pretenden llevar a la formación en esa dirección. Otros quieren ser un partido nacional, conservador y democrático. La formación es todavía demasiado joven para saber quién conseguirá imponerse".

Con los "tories"

Mientras la canciller Merkel rechaza cualquier posibilidad de negociación o acuerdo con AfD, los euroescépticos siguen escalando en las encuestas de intención de voto, que ya le otorgan un 7 por ciento en unas futuras elecciones federales. 

Además, el grupo de Conservadores y Reformistas de la Eurocámara, liderados por los "tories" del primer ministro británico David Cameron, ha aceptado a AfD en su seno. Toda una victoria para el partido euroescéptico alemán y un indudable golpe para Merkel en su intento de aislar a la formación de Lucke. 

La canciller ve como AfD está cada vez mejor situado para robarle votantes situados a la derecha de los democristianos. Y aunque parece que el futuro del euroescepticismo político alemán dependerá fuertemente de la crisis del euro y de la UE, su mensaje es claro: han llegado para quedarse.


martes, 13 de mayo de 2014

¿Contra el consenso neoliberal?

Os dejo mi contribución al número 61 de la 'Revista Pueblos' - 'Comunicación, poder y democracia'. Partiendo de mi experiencia personal, analizo la falta de tiempo y recursos en los grandes medios de comunicación para ejercer un periodismo crítico y honesto. Para ello, expongo varios casos concretos de coberturas sobre asuntos de política económica en prensa, agencias y medios de comunicación de masas tradicionales. 



miércoles, 16 de abril de 2014

El caso Gurlitt, la punta del iceberg

El régimen nacionalsocialista erigido por Adolf Hitler no solo fue autoritario, militarista, racista y homófobo; también llevó a cabo un expolio sistemático de las más diversas propiedades, desde terrenos y fábricas hasta miles de obras de arte. Numerosas familias judías, por ejemplo, tuvieron que abandonar en su huida todo su patrimonio artístico; otras tuvieron menos suerte: antes de ser deportadas a una muerte casi segura en los campos de concentración, los nazis expropiaron su patrimonio cultural.

La colección de Corlenius Gurlitt podría ser un ejemplo más del enorme patrimonio cultural expoliado por el nazismo y heredado por la Alemania de posguerra tras la caída de Hitler. 

Septiembre de 2010: la extraña actitud del anciano Cornelius Gurlitt, hijo de un historiador, marchante y coleccionista de arte colaboracionista con los nazis, llama la atención de la Policía aduanera en un control rutinario a bordo de un tren entre Zúrich y Múnich. La Policía encuentra en el equipaje de Gurlitt 9.000 euros en efectivo. Una cifra cuyo transporte en metálico entre Suiza y Alemania es legal. Sin embargo, el extraño comportamiento del anciano llama la atención de la Policía, que inicia una investigación por sospechas de delitos fiscales y patrimoniales. 

En febrero de 2012, la Policía consigue una orden de registro del departamento de Gurlitt en la capital bávara: allí descubre una valiosísima colección formada por 1.280 cuadros que contiene obras de Picasso, Chagall, Matisse y Beckmann, entre otros nombres. Las autoridades mantienen en secreto el descubrimiento hasta que el semanario alemán «Focus» lo hace público el 3 de noviembre de 2013. Ahí empieza el caso Gurlitt para la opinión pública. Una historia todavía con final abierto.

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