miércoles, 15 de junio de 2011

¿Guerra contra el narco?

Hay dos formas de mentir: decir mentiras o decir medias verdades. Cualquiera de las dos modalidades sirven para manipular a la opinión pública y alejarla así de las diferentes dimensiones de la verdad, que es poliédrica. Los medios de comunicación públicos y privados de las llamadas democracias occidentales parlamentarias también sufren manipulación y censura hoy en día. La actual censura es, sin embargo, más sutil y estilizada que antes. Y, por tanto, más difícil de detectar y combatir.

Durante la conferencia organizada la semana pasada por la Fundanción Heinrich Böll sobre la criminalidad transnacional se escucharon muchas opiniones sobre el caso de México y su supuesta guerra contra el narcotráfico, pero se pueden extraer algunos puntos compartidos por los participantes en panel sobre el problema mexicano: la solución de la violencia que azota México pasa por la despenalización del consumo de drogas (en México y el resto de países receptores de la droga), la educación preventiva sobre el consumo y la eliminación de los evidentes relaciones que existen entre el crimen organizado y el poder institucional, ya sea económico y político. Ese punto es uno de los que aborda precisamente la periodista mexicana Anabel Hernández en su libro Los señores del narco, participante en el panel sobre la guerra de México.

Porque, ¿es una guerra contra el narco lo que está ocurriendo en México? Ante esta pregunta, Anabel Hernández plantea una tesis políticamente bien incorrecta y, por tanto, poco mediática, poco presente en los medios de comunicación tradicionales: la guerra contra el narco declarada por el presidente mexicano, Felipe Calderón, no es tal, sino una guerra contra todos los cárteles de la droga excepto uno, el de Sinaloa, el más fuerte actualmente en México.

Según Anabel, Calderón heredó la táctica de su antecesor, el conservador Vicente Fox, y aplica así la máxima de "si no puedes con tu enemigo, únete a él": ante la imposibilidad de acabar con el narcotráfico ante la enorme y objetiva demanda de drogas procedente de los países ricos, tanto Fox como Calderón apostaron por apoyar a uno de los cárteles, que debía monopolizar así el narcotráfico y acabar con a guerra entre los grupos del crimen organizado, que ya ha dejado casi 40.000 muertos. ¿Una tesis verosímil? En mi opinión, mucho más que las explicaciones que nos ofrecen los medios de comunicación de masas, con sus reiteradas medias verdades o sus directas mentiras.

lunes, 6 de junio de 2011

México está en guerra


México está en guerra desde hace años. Una guerra de todos contra todos en la cual es difícil distinguir quién combate a quién. Lo sabe cualquiera que siga mínimamente las constantes noticias de asesinatos a sangre fría, del hallazgo de fosas comunes con decenas de cadáveres enterrados en cal viva o de los constantes tiroteos que nos llegan sobre todo del norte del país norteamericano. El sucio negocio de las drogas está detrás de tanta violencia. Pero cabe hacerse la pregunta de si el narcotráfico es la única razón de tanta sinrazón, y sobre todo de quién consume la droga que se exporta desde México y que le está costando la vida a tantos inocentes.

Luis Estrada se atrevió con su magnífica y por momentos hilarante película El infierno a meter el dedo en la llaga mexicana. El filme, que tuve la oportunidad de ver en un ciclo en el Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín, recoge con un tono tragicómico los elementos clave de lo que está ocurriendo en México. El infierno es una implacable crónica social de un país que se hunde en unas arenas movedizas donde la ética y la moral brillan por su ausencia, y donde el dinero dicta sobre la vida y la muerte.

Precisamente mañana empieza en la Heinrich-Böll (la fundación del Partido Verde alemán) la conferencia "Criminalidad transnacional organizada y el futuro de la sociedad democrática global", en la que participarán varios ponentes mexicanos. Toda una oportunidad para entender mejor qué está ocurriendo en el país latinoamericano y, en general, este mundo, que parece acercarse cada vez al borde del precipicio.