lunes, 29 de septiembre de 2014

Los yasidíes «alemanes»

Chaukeddin Issa no tiene dudas: «El objetivo del Estado Islámico fue desde un principio eliminar del mapa a todas las minorías religiosas. No quieren a ningún otro tipo de creencia o religión en su califato que no sea la suya. Por eso comenzaron con la persecución no sólo de yasidíes, sino también de cristianos e incluso de kurdos chiítas».

Issa es miembro del Consejo Central de los Yasidíes de Alemania, el país europeo con la mayor comunidad de esta minoría religiosa. Los yasidíes llegaron a Alemania a partir de la década de los cincuenta procedentes de Siria, Irak, Irán y Turquía (los Estados que comprenden los territorios históricos del Kurdistán) por motivos económicos, como estudiantes o como refugiados políticos.

 «Todos los yasidíes son kurdos sin excepción. El yasidismo era la única religión del Kurdistán antes de las diferentes olas de islamización», sentencia este traductor e historiador de 59 años, llegado a la capital alemana desde el noreste de Siria en 1974. Issa habla sentado en el salón de su casa, en el distrito berlinés de Kreuzberg, en un perfecto y aseado alemán. Razona con la tranquilidad de un intelectual con un profundo conocimiento de la historia de la religión y de Oriente Próximo.

Aunque no hay estadísticas oficiales, se calcula que en Alemania viven unos 60.000 yasidíes (Chaukeddin Issa aumenta esa cifra hasta los 120.000 sumando a todas las generaciones). Así pues, no es de extrañar que cuando empezaron a llegar a Europa las primeras informaciones sobre la persecución de yasidíes en el norte de Irak, las calles de algunas ciudades alemanas se llenasen de miembros de esta minoría religiosa. 

«Frenemos el genocidio», gritaban los cientos manifestantes de concentrados hace unas semanas en Herford. En esa pequeña ciudad del oeste de Alemania incluso se produjeron enfrentamientos entreyasidíes y simpatizantes del fundamentalismo del Estado Islámico. La policía tuvo que intervenir y los titulares de la prensa hicieron saltar las alarmas en un país que ya ha sido escenario de enfrentamientos entre sus amplias comunidades turca y kurda cuando la cuerda entre la guerrilla kurda del PKK y el ejército turco se tensaba en el sureste de Turquía.

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jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Sufre Alemania una ola de nuevo antisemitismo?

“Judío, judío, cerdo cobarde, sal y pelea solo” o “Hamás, Hamás, judíos a la cámara de gas” fueron algunas de las agresiones verbales antisemitas que pudieron escucharse en manifestaciones celebradas en Alemania durante las últimas semanas. Marchas convocadas por los más diversos colectivos contra las devastadores consecuencias de la última operación militar de Israel sobre la Franja de Gaza, y que en ciertos casos fueron bastante más allá de la legítima crítica al Gobierno israelí. 

Recientemente, el presidente del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Dieter Graumann, llegó decir al diario británico The Guardian que el actual es “el peor momento desde la era nazi”. Unas declaraciones que provocaron que medios y personalidades relevantes de la política y la sociedad germanas denunciaran una ola de nuevo antisemitismo. Pero, ¿realmente se trata de nuevo un antisemitismo o simplemente del reavivamiento del antisemitismo de siempre que sigue latente tanto en Alemania como en otros países europeos? 

El último informe sobre las tendencias antisemitas en Alemania publicado en 2012 por encargo del Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán) arrojó uno resultados contundentes: alrededor de un 20% de la población alemana mantiene prejuicios antisemitas. La expresión práctica de esa discriminación está muy a menudo ligada a la idea de que la comunidad judía mundial conforma un grupo homogéneo que busca imponer sus intereses a través de una enorme influencia política y financiera. A esto último también se le conoce popularmente como teoría de la conspiración judía internacional. 

En contra de la sensación transmitida por medios y líderes de opinión, los índices de antisemitismo se han mantenido estables durante los últimos años y hasta la fecha. “Los sondeos no muestran un aumento, pero seguramente la guerra en Gaza sí que ha provocado que el resentimiento ya existente en la sociedad alemana se haya trasladado a las calles”, opina Stefanie Schüler-Springorum, directora del Centro para la Investigación de Antisemitismo de la Universidad Técnica de Berlín. “Desde 1945, el remanente antisemita se ha extendido en dos sentidos: la fijación en Israel y la equiparación de ese Estado con toda la comunidad judía, y el llamado antisemitismo defensivo, a través del cual se relativiza el Holocausto de diversas maneras”, apunta la profesora, para quien no hay un nuevo antisemitismo, sino nuevas formas de expresión de los viejos prejuicios. 

El diagnóstico de Schüler-Springorum se parece al de Anetta Kahane, presidenta de la Fundación Amadeu Antonio, organización no gubernamental que promueve la lucha contra el racismo en Alemania: “Cuando el conflicto en Oriente Medio sufre una escalada, aquí también crece la atención sobre lo que allí ocurre y se reactiva el resentimiento antisemita ya existente. Los ataques físicos y verbales crecen en esas fases para luego volver a descender. Pero ello no quiere decir que el antisemitismo latente desaparezca”.

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