viernes, 20 de mayo de 2011

Las voces del Antiguo Régimen



"Es intolerable que haya una acampada en la Puerta del Sol. Eso no se puede consentir. En ese sentido aplaudo la decisión de la delegación del Gobierno de Madrid de desalojar la plaza, porque esa acampada se podría haber convertido en un auténtico foco de problemas".

"Este tipo de joven que tenemos no va a votar".

"Uno de los líderes es un abogado que está opositando. (...) Y no hay nada más burgués que un abogado opositando".

"Los jóvenes de hoy en día viven mucho mejor que los de hace 20 o 30. años (...) Ahora tienen problemas, pero ahora hay unas ventajas, como por ejemplo las redes sociales de comunicación..."

Son frases arrancadas de una tertulia de la Radio Nacional de España, la radio pública estatal, la que está pagada por los impuestos de todos los ciudadanos del Estado. Los que hablan son periodistas. Al final, entre risas, reflexionan y admiten que están "hechos unos carcas". Es la única parte de la conversación que es capaz de captar la verdadera esencia del momento histórico que están viviendo las Españas. Sin duda, los que hablan son la voz del Antiguo Régimen, los representantes de la sociedad analógica, los que todavía pueden sacar provecho de una posición de relativa comodidad económica y altura social. Los que se permiten el lujo de hablar con paternalismo y superioridad sobre los jóvenes y no tan jóvenes que han salido a la calle para mostrar su cansancio. Los que siguen utilizando conceptos de siglo XX como "burguesía" para analizar protestas del siglo XXI, que están mucho más allá, que se mueven en otros parámetros. Los que dejan claro que no son capaces de entender lo que está ocurriendo porque, sí, en efecto, son unos carcas, siguen anclados en el pasado.

Pero la voz del cambio y la indignación rompe el aparente equilibrio y unanimidad que gobiernan la conversación. La voz se llama Cristina y es de Burgos. Se llama Cristina y es de Burgos, pero podría ser Gonzalo de Murcia, Damián de Lugo o Mireia de Barcelona. Porque es la voz de los que se sienten agredidos por el desdén de esos contertulios que cobran de una radio que se llama pública, pero no parece que actúe como tal. La voz de Cristina es un torrente imparable de sentido común. Para mi hay una frase que resume a la perfección su posición y la de todos aquéllos que han salido a la calle para no abandonar la protesta ante unas elecciones autonómicas y municipales que ya son anecdóticas y secundarias porque hay mucho más en juego que el voto del próximo domingo. "Ya no es el momento de la indignación. No. Ahora ya es el momento de la reacción".

Reacción es la palabra, porque la indignación y el hartazgo hace tiempo que se vienen acumulando. Y el vaso se ha derramado. Razones hay de sobras, como resume telegráfica y exactamente Ignacio Escolar en su post "Hartos del votar y callar". Sí, perdón, sí se puede consentir una acampada en la Plaza del Sol. Lo que no se puede consentir es que en España haya un 45% por ciento de paro juvenil, además de cinco millones de desempleados; que el 63 % de los trabajadores vivan con 1.000 euros o menos en un país donde los precios no han hecho más que subir desde la introducción del euro; que casi 300.000 familias hayan sido expulsadas de sus viviendas por no poder pagar la hipóteca, y que, sin embargo, les sigan debiendo a los bancos el dinero que no valen esas viviendas. Todo ello mientras las empresas del IBEX baten récord en ganancias y las pequeñas y medianas empresas se hunden en la miseria, y se recortan las pensiones y los salarios. Y entretanto los grandes partidos tradicionales se muestran incapaces de reaccionar ante la demanda social, y apuntalan con su ineptitud y su inútil intercambio de reproches el déficit democrático que viene ahogando desde hace años esta democracia parlamentaria. ¿Qué es lo que realmente no se puede consentir, señores contertulios?

Muchos somos los españoles residentes en Berlín. Algunos hace muchos años que viven aquí. Otros llegamos hace unos cuantos años tras preveer la que se nos venía encima ante un modelo económico que, como la novela de Gabriel García Márquez, era la crónica de una muerte anunciada. Otros cuantos, muchos también, llegaron más recientemente huyendo de la tierra quemada que ha dejado tras de sí el desarrollismo sin freno y un modelo especulativo sin bases económicas fuertes ni una visión a largo plazo. Sí, la sociedad española también es culpable por haber participado de ese falso bienestar a crédito, por haber estado viviendo por encima de sus posibilidades sin pararse a reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo. Pero ya tendremos tiempo de hacer autocrítica. Porque ahora ya no es momento ni siquiera de indinarnos con nosotros mismos. Ahora es el momento de la reacción.

Podríamos mirar para otra parte, pues nuestra situación aquí es más o menos cómoda. Pero no todos somos así: en Berlín ya hay un colectivo de españoles que cuenta con una organización embrionaria. Se formó ayer ante la embajada española en Berlín para mostrar solidaridad con las manifestaciones y concentraciones de España y para explicar a los alemanes qué está pasando en nuestro país. Porque sigue siendo nuestro, y algún día nos gustaría tener la oportunidad de volver. Esta tarde hay otra asamblea organizativa en el Lustgarten. Y mañana, una manifestación convocada a las 19:00 frente a la Puerta de Bradeburgo.

Tenéis toda la información en los siguientes enlaces:
http://democraciarealyaberlin.com/
http://www.facebook.com/event.php?eid=103153336442267&ref=ts
http://vimeo.com/groups/berlinya


Dia 1 - Organización Democracia Real Ya Berlin from Albert N. Romero on Vimeo.

1 comentario:

paolav dijo...

Aquí y allá resuenan desesperadas las voces del Antiguo Régimen ¿Por qué? Porque la maquinaria estatal está hecha para mantener el poder para las "oligarquías" (disculpa por ocupar una palabra tan vieja) quienes crearon las instituciones que nos gobiernan y se aseguran el poder y el control de las economías. Mientras no se cambie el sistema, no importa quien sea elegido Presidente, congresista o primer Ministro...yo espero que la soberanía popular sea algo más que lo que hemos venido aplicando por 200 años.
Abrazos