En la galería C/0 Berlin mantiene sus puertas abiertas hasta el próximo 24 de mayo la exposición Annie Leibovitz. A photographer's life 1990-2005: un repaso a la carrera de esta fotógrafa estadounidense que, reconozco, ni conocía ni me sonaba.
Al visitante le sacude la esperanza tras dar los primeros pasos en el primer tramo de la exposición, que abre con una serie de imágenes de la intelectual Susan Sontag, imprescindible en el pensamiento del siglo XX, con la que Leibovitz compartió una importante parte de su vida: les unió el amor y también, en parte, el trabajo. Una de las instantáneas más interesantes de la expo es una que la fotógrafa hizo de la misma Sontag en Petra: la foto ofrece una composición preciosa y mágica, valores remachados por la reflexión que Leibovitz lanza sobre la imagen en concreto y el valor de la fotografía como medio de expresión capturador de la realidad y del paso del tiempo: "Las fotografías cambian su significado cuando alguien muere. Cuando tomé esta foto [de Susan en Petra] pretendía transmitir una emoción del lugar fotografiado. Hoy pienso que la foto más bien muestra cuan atraída estaba Susan por el mundo. Era tan curiosa, estaba tan hambrienta de experiencias, tan llena de ganas de aventura...".
Sin embargo, conforme el visitante avanza por las diferentes salas de la exposición, la desilusión se va apoderando de él. El contenido de la misma deriva en fotos de celebrities, de personajes famosos en poses del gusto de revistas tan poco fundamentales como Vanity Fair o Rolling Stones. No en vano, Annie Leibovitz es conocida como la fotógrafa de las estrellas. Se ha convertido en algo así como el ojo que todo lo ve en el Star System estadounidense. Un vídeo sobre su trabajo la muestra como una mujer enérgica, con un toque elitista y vanidoso tan (lamentablemente) habitual en el mundo de los medios. Otra de las columnas de la exposición son fotografías de la vida personal y familiar de la propia Leibovitz. Nada que me parezca interesante ni necesario. Un redactor de uno de los principales diarios berlineses titulaba su reseña sobre la exposición con la meridiana y finamente maliciosa frase: "Cuando la fotógrafa es la estrella".
Y así va paseando el visitante, sin quedar especialmente seducido por lo que ve, pero encontrando pequeñas gotas de buen arte fotográfico. Para el paseante, amante del fotoperiodismo y la fotografía documental, son de especial valor algunas imágenes capturadas por Leibovitz durante estancias en Ruanda o Bosnia-Herzegovina, ambos países envueltos en sangrientas guerras civiles: Leivobitz es capaz de transmitir el horror de la guerra y la muerte sin la necesidad de mostrar el horror, la guerra y la muerte explícitamente. Una sutileza que se agradece y que cumple igualmente con el objetivo de dejar acta sobre la dura realidad.
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