Parece que algo se mueve en los bajos celestiales de Berlín: desde los márgenes subterráneos de la capital alemana se anuncia a diestro y siniestro que se está planeando la okupación masiva del aeropuerto de Tempelhof, aeropuerto que fuera fundamental para el abastecimiento de la parte occidental de la ciudad durante los bloqueos soviéticos de finales los años 40 y 50. El aeropuerto, una brutal edificación herencia del régimen nazi, fue cerrado definitivamente al tráfico aéreo el pasado 31 de octubre tras una larguísima y aburrida discusión e incluso un referéndum.
Mientras el destino de las 400 hectáreas que ocupa el terreno sigue siendo incierto, y se especula con la construcción de viviendas de lujo, de espacios para la creatividad, etc... los promotores de la okupación masiva lo tienen claro: "¡No a la gentrificación! Seremos muchos y llenos de rabia porque nunca podemos decidir sobre lo que pasa en nuestro entorno más cercano. Exigimos al Senado de Berlín que abra la verja del aeropuerto...".
Pase lo que pase el próximo día 20 de junio, la acción seguro que provocará un buen manojo de titulares y, consiga o no su objetivo último, pondrá una nota de diversión en esta ciudad a la que están transformando sin prisa pero sin pausa.
Mientras el destino de las 400 hectáreas que ocupa el terreno sigue siendo incierto, y se especula con la construcción de viviendas de lujo, de espacios para la creatividad, etc... los promotores de la okupación masiva lo tienen claro: "¡No a la gentrificación! Seremos muchos y llenos de rabia porque nunca podemos decidir sobre lo que pasa en nuestro entorno más cercano. Exigimos al Senado de Berlín que abra la verja del aeropuerto...".
Pase lo que pase el próximo día 20 de junio, la acción seguro que provocará un buen manojo de titulares y, consiga o no su objetivo último, pondrá una nota de diversión en esta ciudad a la que están transformando sin prisa pero sin pausa.
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