![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifGhudzbrCqDnydSKGmkGfmD5Q08h42ORx7vr-4BFypnDl28_WCiKI5n5S4fr1yTsPUhOsX584NjvoDnM87oezlUNkMwjhMtCAT99bnJ-kkloIizAy3sc2G_Ab238kyDYL3gtt-SgElLU/s400/arno.jpg)
El director técnico, con todo su patético y vano autoritarismo, ordena al mezclador de imagen que pinche en una de las principales pantallas el programa de debate, y al mezclador de audio, que suba el volumen. "Es lo que hay que ver", remata todopoderosamente. Son las 22.50. Todavía faltan 10 minutos para el inicio del informativo. Hay tiempo.
La conductora del debate presenta a uno de los invitados, a diferencia del resto, de aspecto desaliñado: pelo largo y profundas ojeras que ni el maquillaje puede disimular. Podría ser berlinés, aunque su acento le delata. Se llama Arno Dübel y es "el parado más feliz de Alemania", o al menos así lo presentan en el programa. Mucha cara de felicidad no tiene: Arno hace 30 años que no trabaja, y hoy tiene 53 años (bueno, ya 54; a las 12 de la noche de aquel día era su cumpleaños). Es decir, se puede decir que Arno no ha trabajado regularmente nunca en su vida.
Arno tiene las cosas bien claras: no necesita trabajar para ser feliz y con el dinero que recibe mensualmente del Estado (por lo general, 359 euros, más vivienda y electricidad pagadas) se apaña. Arno dice que no necesita ni coche, ni vacaciones ni formar una familia. Arno, así las cosas, prefiere no trabajar y "tener que levantarse temprano por las mañanas". De hecho, ha celebrado una fiesta por sus 30 años de parado. "No habrá muchos más como yo, supongo".
La presentadora le pregunta lo típico: "¿Qué hace usted entonces durante todo el día?". "Cuido de mi casa, tengo un perro, veo la televisión...". "¿Tiene aficiones? ¿Lee usted?" "¿Leer? No, para eso no tengo tiempo...". "¿Se puede decir entonces que usted es vago?" "No, no lo veo así..." ."A muchas personas que trabajan le gustaría hacer lo mismo que usted". "Bien, yo no voy a trabajar, ya no más porque llevo demasiado tiempo fuera...". Del mercado laboral, se refiere Arno. Ya no sirve, es decir, para lo que se tiene como una vida reglada por los horarios productivos. De hecho, se podría decir que su oficio es cobrar el subsidio de desempleo mínimo para la subsistencia. Arno es un Hartz IV.
"¿Qué piensa usted de los que tienen que trabajar?", continúa la presentadora con sus preguntas de tono didáctico. "Lo siento por ellos, que tienen que trabajar, tener una familia, irse de vacaciones". Arno tiene razón: ganar dinero tiene un precio: hay que gastárselo. Arno no se siente culpable porque no es el único en Alemania, dice. Como él hay unos cuantos más.. y probablamente habrá más. Hasta que se acabe el dinero. O ya no lo necesitemos más, el dinero, digo.
22:59. El director manda volver a la normalidad, porque falta un minuto para el inicio del informativo, que transcurre sin pena ni gloria, en directo y para todo el planeta.
23:23. El informativo está a punto de acabar cuando comienzan a llegar al ordenador del productor teletipos de última hora: "ALERTA DE TSUNAMI EN EL CARIBE: TERREMOTO DE 7 GRADOS EN HAITI". Pero ésa es otra historia: otra historia sobre la auténtica miseria humana.
1 comentario:
Publicar un comentario