martes, 19 de enero de 2010

Aquí no pasa nada...


"La diferencia entre ricos y pobres sigue aumentado en Alemania", "Los berlineses, los más pobres". Dos titulares, una misma página del Berliner Zeitung. Aparto la hoja y echo un rápido vistazo al vagón de la línea de metro donde leo el diario. Sí, en efecto, pobres hay unos cuantos, y caras jodidas tampoco faltan. Pero aquí no pasa nada.

Utilizando el maquillador lenguaje del periodismo económico, se puede decir que en Berlín la pobreza no es conyuntural, sino estructural. Es decir, de largo recorrido y, al parecer, irreversible. Y es que hay que ver qué cuesta arriba se hace el invierno en la capital alemana. En invierno, claro está, la molesta pobreza se nota más, porque el frío y la gris falta de luz acentúan la carencia de cosas materiales, hacen más evidente que hay gente que no tiene suficiente para poder vivir dignamente.

Esas informaciones se cuelan dentro del reflejo de la realidad que ofrecen los medios de comunicación, como de costumbre, a través de publicaciones de institutos económicos. En este caso, uno del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) y otro de la Fundación Bertelsmann, dos clásicas fuentes de información que nutren periódicamente las páginas de información económica de los diarios alemanes.

De los informes destacaremos dos frases portadoras de ilustrativos datos: "Cerca de 200 de cada 1000 berlineses sólo cuentan con la ayuda estatal", para sobrevivir, entendemos. "Más de un cuarto de todos los adultos alemanes (27 por ciento) no cuenta con patrimonio personal alguno o incluso está endeudado, mientras que la décima parte más rica de la población dispone de dinero neto o bienes materiales por valor de al menos 222.000 euros". Los analistas incluyen en su estudio las herencias y las rentas, y la conclusión es inevitable: "La concentración de la riqueza sigue siendo alta". Pero aquí no pasa nada, de momento...

Cuando la riqueza pasa de manos en manos gracias a estructuras socioeconómicas caducas e improductivas, ¿quién puede quitarle ahora la razón a nuestro parado más feliz de Alemania? Si hay ilustres ciudadanos que viven de las rentas, ¿cómo podemos quitarle a Arno Dübel la legitimidad de vivir eternamente del Estado? En definitiva, si bien Arno afirma sin sonrojo que no le gusta trabajar, al menos no blande hipócritamente el discurso de la moral del trabajo. Y además de todo eso, me pregunto: ¿qué pasará cuando el Estado no pueda cumplir con sus promesas de pagar las jubilaciones a la salvadora clase media? Nada, no pasará nada, nos dicen.

Y a propósito de otras auténticas miserias humanas, me tomo la libertad de parafrasear al mc sevillano Tote King: si la naturaleza se está vengando, como todos dicen por ahí, no entiendo como es tan torpe y se equivoca siempre de país. Pero aquí, de momento, no pasa nada de nada...

2 comentarios:

my penis is stronger dijo...

Ni en España tampoco.. que nos suben los intereses.... y luego los políticos nos dicen que consumamos para que se estabilice la economía... si claro.....

usu dijo...

....telita

iba yo a comentar algo acerca de Herr Dübel, pero despues de leer esta entrada se me quitan las ganas...:P