Y Barack Obama aterrizó en Berlín. El candidato demócrata llegó a la capital alemana, congregó a buena parte de sus habitantes y pronunció un discurso de grandes palabras y bien vacío de contenido. Mucho se ha escrito sobre esta simbólica visita de un candidato negro y joven que parece ser la esperanza más para el resto del mundo que para los propios estadounidenses. La esperanza de que Obama cambie la política exterior de su país, tan violenta, unilateral y agresiva en los últimos tiempos.
La foto que abre este post muestra lo máximo que me pude acercar a Obama. La avenida que lleva a la mítica (y cargada de simbolismo bélico) Columna de la Victoria estaba abarratoda por 200.000 espectadores: buena parte de ellos entregados, buena parte de ellos extranjeros, buena parte de ellos negros.
Qué queréis que os diga. Obama puede ser negro, joven y tener una retórica diferente. Pero, como han escrito tantos autores críticos estadounidenses (como Noam Chomsky, por poner un ejemplo), poco puede cambiar un presidente de un país, y menos todavía si el país se llama Estados Unidos. Hay una serie de establishments, de estructuras fijas, ancladas generalmente por los poderes económicos, que son inamovibles. Y Obama tendrá que aceptar esos límites, y respetarlos si quiere primero alcanzar el poder y luego conservarlo. El poder económico estrangula al político en el neoliberalismo global. Su retórica innovadora, hasta cierto punto rompedora y claramente vacía, le podrá ayudar a Obama a ganar las elecciones (tanto fuera como dentro de los Estados Unidos, aunque no todos sus clientes podamos votar), pero eso será todo.
Sólo un apunte más. Ya hay algún que otro opinador público del mundo mediático berlinés que afirma que si Obama llega a ser presidente de los Estados Unidos, le asesinarán. ¿Un fatídico presagio?
La foto que abre este post muestra lo máximo que me pude acercar a Obama. La avenida que lleva a la mítica (y cargada de simbolismo bélico) Columna de la Victoria estaba abarratoda por 200.000 espectadores: buena parte de ellos entregados, buena parte de ellos extranjeros, buena parte de ellos negros.
Qué queréis que os diga. Obama puede ser negro, joven y tener una retórica diferente. Pero, como han escrito tantos autores críticos estadounidenses (como Noam Chomsky, por poner un ejemplo), poco puede cambiar un presidente de un país, y menos todavía si el país se llama Estados Unidos. Hay una serie de establishments, de estructuras fijas, ancladas generalmente por los poderes económicos, que son inamovibles. Y Obama tendrá que aceptar esos límites, y respetarlos si quiere primero alcanzar el poder y luego conservarlo. El poder económico estrangula al político en el neoliberalismo global. Su retórica innovadora, hasta cierto punto rompedora y claramente vacía, le podrá ayudar a Obama a ganar las elecciones (tanto fuera como dentro de los Estados Unidos, aunque no todos sus clientes podamos votar), pero eso será todo.
Sólo un apunte más. Ya hay algún que otro opinador público del mundo mediático berlinés que afirma que si Obama llega a ser presidente de los Estados Unidos, le asesinarán. ¿Un fatídico presagio?
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