Crisis significa cambio y el mundo está sumido en un proceso de profunda transformación de consecuencias todavía impredecibles. El reparto del poder político-económico está sufriendo unas mutaciones mucho más rápidas de lo que se hubiese podido predecir hace unos años. Alemania, por supuesto, no escapa a este proceso. La perfecta expresión de ello fue la visita del primer ministro chino, Wen Jiabao, esta semana a Berlín.
La canciller Angela Merkel, sí, tuvo agallas para nombrar el asunto de la falta del respeto de derechos humanos en el gigante asiático en la rueda de prensa conjunta con Jiabao. Pero lo hizo con guante de seda: si bien Merkel celebró la reciente liberación de dos disidentes por parte del régimen capitalista autoritario chino, la canciller no se atrevió siquiera a pronunciar la palabra "disidente" en su alocución. Alemania tiene demasiados intereses económicos en juego como para ponerlos en peligro por un asunto de "derechos humanos y libertades individuales" (Sólo un dato: Wolkswagen ya vende un millón y medio de autos anualmente en el mercado chino. Su objetivo a corto plazo es alcanzar la cifra de tres millones).
Berlín, que ha estado desplegando una política económica marcadamente nacionalista durante los últimos años, parece estar ya preparando el terreno para la era post-euro, y mercados emergentes como China, cumplan o no los estándares democráticos pertinentes, serán imprescindibles en esa nueva fase del panorama comercial internacional. Lejos queda la recepción oficial por Merkel del Dalai Lama en 2007. ¿Dónde quedan ahora los derechos humanos y la democracia? Otro indicador más del papel que jugará China en el futuro próximo es su compra de deuda pública europea: como ya ha demostrado la crisis griega, la adquisión de deuda es una herramienta esencial para el neoloconialismo político y económico del siglo XXI.
Hasta ahora eran esas cunas de la democracia occidental las que exigían a países como China mejoras en los estándares democráticos y el respeto de las libertades individuales y los derechos humanos. Ese tono, como demuestra la actitud de Merkel frente a Jiabao esta semana, ya se va suavizando y casi adopta una posición minimalista más de cara a la opinión pública que como auténtico reflejo de las relaciones chino-germanas. ¿Será el siguiente paso ver cómo la élite china pide al Gobierno alemán que recorte las libertades individuales para aumentar la productividad de la locomotora económica europea? Démosle tiempo al tiempo.
La canciller Angela Merkel, sí, tuvo agallas para nombrar el asunto de la falta del respeto de derechos humanos en el gigante asiático en la rueda de prensa conjunta con Jiabao. Pero lo hizo con guante de seda: si bien Merkel celebró la reciente liberación de dos disidentes por parte del régimen capitalista autoritario chino, la canciller no se atrevió siquiera a pronunciar la palabra "disidente" en su alocución. Alemania tiene demasiados intereses económicos en juego como para ponerlos en peligro por un asunto de "derechos humanos y libertades individuales" (Sólo un dato: Wolkswagen ya vende un millón y medio de autos anualmente en el mercado chino. Su objetivo a corto plazo es alcanzar la cifra de tres millones).
Berlín, que ha estado desplegando una política económica marcadamente nacionalista durante los últimos años, parece estar ya preparando el terreno para la era post-euro, y mercados emergentes como China, cumplan o no los estándares democráticos pertinentes, serán imprescindibles en esa nueva fase del panorama comercial internacional. Lejos queda la recepción oficial por Merkel del Dalai Lama en 2007. ¿Dónde quedan ahora los derechos humanos y la democracia? Otro indicador más del papel que jugará China en el futuro próximo es su compra de deuda pública europea: como ya ha demostrado la crisis griega, la adquisión de deuda es una herramienta esencial para el neoloconialismo político y económico del siglo XXI.
Hasta ahora eran esas cunas de la democracia occidental las que exigían a países como China mejoras en los estándares democráticos y el respeto de las libertades individuales y los derechos humanos. Ese tono, como demuestra la actitud de Merkel frente a Jiabao esta semana, ya se va suavizando y casi adopta una posición minimalista más de cara a la opinión pública que como auténtico reflejo de las relaciones chino-germanas. ¿Será el siguiente paso ver cómo la élite china pide al Gobierno alemán que recorte las libertades individuales para aumentar la productividad de la locomotora económica europea? Démosle tiempo al tiempo.
1 comentario:
A fin de cuentas, parece que la mejor diplomacia es la que se acomoda a las circunstancias, tal como Maquiavelo describió a los de su tiempo. Los países occidentales nos llenamos la boca hablando de Democracia y DDHH, cuando siguen prácticándose los abusos contra los débiles. La única ley parece ser entonces la del mercado.
Un abrazo
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