domingo, 2 de noviembre de 2008

Avedon: el retrato de la verdad (y la mentira)


"Cuando era un chico, mi familia ponía mucho esmero en las fotos que se hacía. Realmente las planeábamos al detalle. Hacíamos auténticas composiciones. Nos vestíamos para la ocasión. Posábamos frente a coches caros y casas que no nos pertenecían. Tomábamos prestados perros. Casi en cada una de las fotos familiares tomadas durante mi infancia había un perro prestado. Poseer perros parecía una ficción necesaria para los Avedon. Cuando recientemente eché un vistazo de nuevo a esas instantáneas, encontré en ellas once perros diferentes, y en ellas, los Avedon siempre riendo, riendo para siempre. Todas las fotografías de nuestro álbum familiar estaban construídas sobre la mentira de quienes éramos y revelaban el deseo de quienes queríamos ser". (Cita de Richard Avedon extraída del libro Borrowed dogs).

Recientemente se inauguró la exposición Richard Avedon: Fotografien 1946-2004 en la Martin-Gropius-Bau de Berlín. Más de 200 instantáneas (quizás demasiadas, quizá demasiado apretadas) distribuidas en siete u ocho salas que sirven de muestra de la extensa y exquisita obra del fotógrafo estadounidense.

Conocí la obra de Avedon en la primavera de 2003, durante mi semestre de Erasmus en la Universität der Künste de Berlín. En mis numerosos y largos periodos de ocio, me dedicaba a ojear los libros de fotografía documental que contenía la humilde biblioteca del edificio donde estudiaba. Por lo general, evitaba los libros de fotografía artística, de arquitectura o retratística. Mis pretensiones periodísticas los desdeñaban, les otorgaban un rango menor. Eso cambió cuando topé con los retratos de Richard Avedon. Ellos me descubrieron una nueva forma de hacer fotografías.

Richard Avedon (Nueva York, 1923-San Antonio, 2004) trabajó fundamentalmente la moda y el retrato, aunque también tocó de refilón el reportaje. Lo hizo en blanco y negro, y con una intuición genial en busca de la verdad (y de la mentira). Avedon traza en sus fotografía una línea invisible entre la documentación, la moda y el retrato. Para mi eso le convierte en un gran fotógrafo. Sus instantáneas tienen algo de periodístico. Avedon supo captar la esencia del personaje que tenían ante su objetivo, el carácter irrepetible de lo que tenía ante sus ojos. Y tras identificar lo irrepetible de esa esencia, lo inmortalizaba en blanco y negro con su cámara.

Como bien apunta la cita que abre este post, la mentira forma parte inevitablemente de la verdad. Así fue durante la niñez de Avedon, y, quizá por ello, éste se propuso desenmascarar la impostura a través de la fotografía. Hay una anécdota perfecta para esto que cuento: en cierta ocasión, el artista estadounidense tuvo la oportunidad de retratar al duque y a la duquesa de Windsor. La noble pareja accedió pues el fotógrafo ya contaba con cierto reconocimiento, y los Windsor hacían todo lo posible para distinguirse del vulgo. El duque y la duquesa vestían con la moda más cara, cenaban en los restaurantes más exclusivos, se rodeaban con la élite de la literatura, el diseño, la música, y se paseaban con perritos de razas caras y decadentes. La sonrisa era una constante incrustada en sus rotros, impostada en sus caras.

Avedon podría haber fotografíado esa mentira, haber cobrado y haberse ido. En lugar de eso quiso dejar en evidendia la impostura en la de vida de los Windsor. O como afirma él mismo, "fotografiar su inhumanidad". Perdonen que me muestre un poco desconcentrado durante la sesión, le dijo Avedon a la pareja, pero en el camino hacia aquí mi taxi ha atropellado a un perro. La verdad surgió en la cara de los Windsor como un cuerpo de un ahogado en el mar acaba saliendo a flote antes o después. Y el resultado fue este genial retrato:


P.D: la exposición tiene carácter permanente hasta el próximo 19 de enero, y la entrada cuesta 8 euros, 6 con carné de estudiante y 0 con uno de periodista.

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