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Llámase "institución cultural total" a aquélla que, generalmente financiada con fondos públicos y por tanto prácticamente inquebrantable, convierte en oro todo lo que toca. Aparecer en una actividad programada por una "institución cultural total", ya sea música, poesía o cualquier otra expresión artística, supone casi automáticamente cobrar importancia y relevancia, aunque sólo sea por días u simplemente horas. Los procesos protocolarios y ceremoniales que envuelven a las "instituciones totales" suelen inflar las expresiones culturales y artísticas nacidas de la plebe, que, por otra parte, suele sentirse bastante ajena a las ceremonias tan características de la totalidad cultural-institucional, aunque en ocasiones se aproveche de esa omnipresente totalidad. Sobre todo, a nivel monetario. En Berlín tenemos, por supuesto, un par de ejemplos de ese tipo de instituciones que no hace falta que nombre.
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