Con un
torrente de felicitaciones tanto en los redes sociales como en los
medios de comunicación tradicionales. Así ha vivido Alemania el aniversario de la canciller Angela Merkel, que cumplió ayer 60 años. Una gobernante que
por su estilo y sus objetivos éxitos políticos se ha convertido en todo un
símbolo de la locotomora económica europea y también de la defensa a ultranza de la austeridad como política económica sin aparentes alternativas. Un símbolo que muy probablemente
pasará a la historia europea y mundial por sus aduladores incondicionales y pese a sus más acérrimos detractores.
“Señora
No”, “canciller de hierro” o “canciller tefón”. Muchos son
los nombres que Merkel ha recibido por su manera de gobernar Alemania
y de liderar Europa. “Ni los estudios de demoscopia, ni sus socios
políticos ni sus rivales se aclaran con ella, y eso hace que crezcan
su fama y su mito. Merkel deja que los debates sigan su curso y que los fuegos
se consuman, y la gente tiene así la impresión de que ella se ocupa
de que nada ocurra”, escribía esta semana un columnista del diario
regional «Aachener
Zeitung».
Un
carácter que parece perfecto para un pueblo como el alemán,
mayoritariamete conservador y poco amante de la improvisación y las
sorpresas. Sin grandes gestos ni una dialéctica brillante, y con un
perfil más bien bajo que unos consideran señal
de solidez política y otros, de simple mediocridad; así se ha aupado
la heredera política de Helmut Kohl a lo más alto de la democracia
cristiana alemana, de donde nadie parece capaz de bajarla. Es más: Merkel no desmiente ni confirma su candidatura para una cuarta legislatura.
Sin
embargo, su estilo parsimonioso e incluso a veces pasivo también tiene una
cara B: la incapacidad de Merkel de explicar a su propio pueblo la
crisis de deuda europea ha permitido que los euroescépticos de
Alternativa para Alemania (AfD) se hayan hecho hueco a la derecha de
la coalición conservadora (CDU-CSU) que lidera. Un logro del euroescepticismo político alemán que contradice la célebre frase
del exlíder socialcristiano bávaro Franz Josef Strauß: “A la
derecha de la CSU no puede haber ningún partido democráticamente
legítimo”. Pues ya lo hay.
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