lunes, 22 de junio de 2015

El euroescepticismo alemán, al borde de la escisión

El todavía presidente de AfD, Bernd Lucke. Andreu Jerez ©
En su última comparecencia ante la prensa extranjera, Angela Merkel hizo una referencia directa a los euroescépticos de Alternativa para Alemania (AfD). «AfD existe» fue una de las pocas y lacónicas frases que la canciller alemana le dedicó a la formación que hace unos pocos meses parecía capaz de disputarle el voto más nacionalista, conservador y opuesto a su política de rescates para salvar el euro. 

Tal vez la canciller no evitó referirse directamente a AfD, como en otras ocasiones, porque los euroescépticos parecen haber dejado de ser un problema para ella: el partido todavía liderado por el exdemocristiano Bernd Lucke se asoma peligrosamente a la escisión debido a sus encarnizadas luchas internas. La formación tenía previsto celebrar un congreso el pasado fin de semana en la ciudad de Kassel, pero el caos es tan enorme entre sus filas que la cúpula decidió aplazarlo hasta principios de julio. 

Durante las últimas semanas, han quedado más patentes que nunca las crecientes divisiones entre la rama conservadora y neoliberal, encabezada por Lucke y su mano derecha, Hans-Olaf Henkel, y la vertiente más derechista y nacional-conservadora, liderada por Frauke Petry, copresidenta y líder del partido en el Estado de Sajonia. 

Las diferencias parecen tan insalvables que en un reciente vídeo tomado por medios alemanes se aprecia cómo Lucke y Petry son incapaces de cruzar un par de frases en un encuentro fortuito, aunque tan solo sea para transmitir una imagen de cierta unidad de puertas afuera del partido.

«Si el ala nacional-conservadora de Petry consigue imponerse, muy probablemente Lucke y Henkel sondearán la posibilidad de fundar un nuevo partido. Y si la victoria de Petry es muy clara, entonces Lucke y Henkel abandonarán AfD». Así lo asegura Sebastian Friedrich, periodista, analista y autor del libro «El ascenso de AfD», recientemente publicado en Alemania. Friedrich apunta que a las dos principales familias del partido hay que sumar una tercera liderada por Björn Höcke, portavoz de AfD en el Estado de Turingia.

Esta última fracción raya directamente con las nuevas derechas alemanas más nacionalistas. No en vano, ciertas figuras de AfD mostraron simpatía con el movimiento Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), que durante los últimos meses consiguió sacar a miles de personas a las calles alemanas para protestar contra la inmigración y por la defensa de los valores de la «tradición judeocristiana europea». Petry incluso llegó a reunirse con los líderes de Pegida en Dresde y ha mantenido con ellos una comunicación fluida y constante. 

Giro a la derecha

Actualmente, AfD cuenta con siete eurodiputados y 47 representantes en cinco parlamentos regionales alemanes (tres de ellos en Alemania oriental). Tras el ocaso y casi desaparición de los liberales del FDP y la cierta erosión sufrida por Merkel dentro de Alemania a causa de su poco popular gestión de la crisis de deuda, los euroescépticos parecían tenerlo todo de cara para poder asentarse a la derecha de la democraciacristiana de la CDU-CSU. 

Pero las inoportunas peleas intestinas parecen haber frenado definitivamente el «ascenso» descrito por Sebastian Friedrich en su libro: «Incluso si la tendencia más moderada de Lucke y Henkel consigue imponerse en el congreso de julio, la confrontación no cesará, básicamente porque las bases, y con ellas todo el partido, han girado a la derecha». 

Si el ala nacional-conservadora de Petry se  acaba imponiendo, el partido se despedirá definitivamente de un perfil más enfocado al votante de clase media, conservador, formado y descontento con Merkel, para convertirse en una opción política de corte más populista y derechista en busca de la clase trabajadora con ganas de un voto de castigo contra el sistema, augura el analista. 

AfD podría quedar relegado así un papel regional en el Este de Alemania, donde la extrema derecha ha sido tradicionalmente más fuerte desde la reunificación del país debido, entre otras razones, a un desempleo de larga duración estructural. Pase lo que pase, el espectáculo ofrecido por AfD tiene ya una segura beneficiaria: la canciller Merkel. 

Reportaje publicado en abc.es.

lunes, 1 de junio de 2015

Ser feliz sin un euro


0,00 euros. Ese es el precio en Amazon del libro «Feliz sin dinero. Cómo vivo mejor y de manera más ecológica sin un céntimo». El autor se llama Raphael Fellmer, un alemán de 31 años que hace cinco abandonó su antigua vida para comenzar una «huelga de dinero», como él mismo lo califica. 

«Todo comenzó como un experimento: inicié un viaje con dos amigos en autostop desde Holanda hasta México para demostrar que también es posible viajar sin dinero», asegura Raphael en conversación telefónica. «El experimento acabó funcionando: tras once meses, conseguimos llegar en velero a nuestro destino. Pero la experiencia me enseñó algo más: que las relaciones humanas son más puras y mucho más auténticas si no hay dinero de por medio». 

Paradójicamente, de adolescente, Raphael soñaba con ganar lo antes posible su primer millón para invertirlo en proyectos sociales. De hecho, en su primera estancia en México se dio cuenta de lo fácil que era hacer dinero si uno se dedica a ello con «empeño, ambición y perseverancia», tal y como cuenta en su libro. Sin embargo, también se percató de que ganar dinero no sólo le resultaba «aburrido», sino también «siniestro»: «Me horrorizaba la idea de hacerme millonario a costa de gente trabajadora».

«Todo fluye»

En lugar de invertir tiempo y fuerzas en engordar su cuenta bancaria, Raphael milita en la cultura del compartir: «Para vivir sin dinero es fundamental ofrecer las capacidades o bienes que tienes sin esperar nada a cambio. Mi visión de un planeta sin dinero no es un mundo de trueque, sino más en línea con el funcionamiento de la naturaleza. En la naturaleza, el árbol no cierra un contrato con la tierra para que el primero deje caer las hojas como nutriente, sino que todo fluye». 

Y ese «todo fluye» parece funcionar más allá de la vida de Raphael. En 2012, cofundó foodsharing.de, una plataforma que se encarga de recoger parte de los más de once millones de toneladas de alimentos todavía comestibles que el actual sistema económico desperdicia anualmente en Alemania. Una red de 6.000 voluntarios se encarga de distribuir gratuitamente esos alimentos tanto a personas pobres como a ciudadanos críticos con el consumismo capitalista. Foodsharing rescata 10.000 kilos de comida al día en Alemania, Austria y Suiza, que llegan a manos de unas 70.000 personas semanalmente. 

Casado con Nieves (una española que conoció en Berlín) y padre de dos hijos de 1 y 4 años, Raphael reconoce que su huelga de dinero es más complicada desde que tiene familia. Nieves sigue usando algo de dinero para pagar el seguro médico de los niños y para otros gastos. «Pero usa muy poco. Mi familia no hace huelga de dinero, pero sí de consumo», asegura Raphael. 

 En cuanto a la vivienda, hasta ahora eran en parte nómadas. Han vivido en lugares que les ofrecía la gente, en cuartos o en pequeños apartamentos compartidos con otras familias. Pero Raphael y los suyos buscan ahora un lugar en España, Francia o Italia para asentarse. Su próximo sueño es recuperar un pueblo abandonado para crear Eotopia, una comunidad vegana, ecológica, sostenible, libre de dinero y conectada con el mundo a través de Internet. Raphael también busca personas que le ayuden a traducir su libro al español. La remuneración, por supuesto, asciende a 0,00 euros.