martes, 24 de junio de 2014

El euroescepticismo político echa raíces en Alemania

Bernd Lucke, durante una rueda de prensa. ®Andreu Jerez
Las pasadas elecciones europeas dejaron, al menos, un claro ganador en Alemania: el joven y euroescéptico partido Alternativa para Alemania (AfD, en sus siglas en alemán) consiguió el 7 por ciento de los votos y 7 escaños en el Parlamento Europeo. Un resultado que ya venían apuntando las encuestas antes de los comicios, después de que AfD se quedase a las puertas del Bundestag en las últimas elecciones federales tras conseguir el 4,7 por ciento de los sufragios.

Con un programa electoral que combina la apuesta por una zona euro reducida a los países con finanzas públicas sólidas y economías fuertes, la recuperación de competencias por parte del Gobierno alemán y una política migratoria más restrictiva, AfD pretende atraer a más electores desde posiciones "conservadoras", "nacionales" y "liberales". 

Votantes diversos 

"Estamos arraigados en todos los ámbitos de la sociedad alemana, como la CDU-CSU y el SPD", ha afirmado exultante de optimismo Bernd Lucke, presidente del partido. No en vano, y como muestran los análisis de las dos últimas citas electorales celebradas en Alemania (federales y europeas), AfD ha conseguido atraer a votantes de todos los partidos con representación en el Bundestag y de todos los grupos de edad (desde los 18 hasta los 70 años). 

¿Significa este auge de AfD que el euroescepticismo político es ya un fenómeno transversal en Alemania, a pesar de que a la locomotora económica europea le va macroeconómicamente bien? "Sí", contesta sin dudarlo Carsten Koschmieder, profesor de sociología política de la Universidad Libre de Berlín. "El descontento generalizado tanto con los partidos establecidos como con la política de rescates en la Eurozona se encuentra en todos sectores de la sociedad germana", asegura Koschmieder, que califica a AfD como un partido que capitaliza el voto de castigo al establishment político y económico del país. 

¿Extrema derecha? 

La incapacidad de Merkel para explicar su política europea (rescates de Estados y bancos), calificada machaconamente por la canciller de "inevitable" y "sin alternativas", también ha contribuido al crecimiento y establecimiento de AfD como partido, en opinión del profesor Koschmieder.

El partido euroescéptico no duda en ofrecer alternativas tanto para Alemania como para la Unión Europea: instituciones comunitarias menos poderosas, menos comisarios, refortalecimiento de los Estados nacionales, salida de la Eurozona de aquellos países para los que la moneda única es demasiado fuerte (España, Portugal, Grecia e incluso Francia) y toda una serie de medidas impensables (hasta el momento) en el programa político de Merkel. 

Los dos cabezas de lista de AfD, el líder del partido, Bernd Lucke, y el expresidente de la patronal industrial, Hans-Olaf Henkel, han negado una y otra vez que su partido tenga tendencias de extrema derecha. Sin embargo, su formación agitó eslóganes como "No somos la oficina social del mundo" durante las dos últimas campañas, en referencia al supuesto "turismo social" que Alemania sufre desde el inicio de la crisis. Un argumento electoral muy parecido a los usados por los neonazis del NPD, que consiguieron su primer europarlamentario en las elecciones del pasado 25 de mayo. 

El profesor Koschmieder, que ha estudiado la corta pero intensa evolución de AfD, tiene otra opinión: "Dentro del partido existen algunos elementos con convicciones de extrema derecha populista que pretenden llevar a la formación en esa dirección. Otros quieren ser un partido nacional, conservador y democrático. La formación es todavía demasiado joven para saber quién conseguirá imponerse".

Con los "tories"

Mientras la canciller Merkel rechaza cualquier posibilidad de negociación o acuerdo con AfD, los euroescépticos siguen escalando en las encuestas de intención de voto, que ya le otorgan un 7 por ciento en unas futuras elecciones federales. 

Además, el grupo de Conservadores y Reformistas de la Eurocámara, liderados por los "tories" del primer ministro británico David Cameron, ha aceptado a AfD en su seno. Toda una victoria para el partido euroescéptico alemán y un indudable golpe para Merkel en su intento de aislar a la formación de Lucke. 

La canciller ve como AfD está cada vez mejor situado para robarle votantes situados a la derecha de los democristianos. Y aunque parece que el futuro del euroescepticismo político alemán dependerá fuertemente de la crisis del euro y de la UE, su mensaje es claro: han llegado para quedarse.


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