De vuelta en Berlín, de vuelta en Europa. De vuelta ante mi mesa de oficina desde la que tengo que informar a través de dos pantallas de ordenador, de los asépticos textos de las agencias de información y un puñado de canales de televisión. Ironías de la vida: sentado en medio de mi segura y abundante realidad continental, hay qué ver cómo echo de menos a Cuba y a los cubanos, cómo echo de menos esa isla pese a sus deficencias, su jineterismo, sus contradicciones y sus realidades desdobladas.
Sin haber tenido tiempo de ponerme a pasar las notas y los recuerdos de mi experiencia cubana, lanzo una pequeña e irónica reflexión nacida de una información que preparé ayer mismo. Raúl Castro, hermano del Comandante en Jefe y actual presidente de Cuba, está de visita oficial en Rusia. Su primera visita a ese país desde la caída de la Unión Soviética, "unos viejos amigos", como él mismo llamó hoy a los rusos.
Ya se sabe: en estos encuentros de grandes estadistas siempre hay espacio para la distensión y el disfrute. Así fue que Raúl tuvo la oportunidad de degustar una magnífica invitación culinaria del actual presidente ruso, Dimitri Medvedev: asado, pan negro y vodka.
Una nota que sería anecdótica en otros países, pero que no lo es en Cuba. Una nota que bien seguro arrancaría una media sonrisa irónica y socarrona al correoso cantautor cubano Ray Fernández, cuyas canciones se sitúan genial y melancólicamente más allá de la línea roja de la necesaria autocensura. Una nota que bien podría servirle de inspiración para componer otra canción como la de Matarife.
Sin haber tenido tiempo de ponerme a pasar las notas y los recuerdos de mi experiencia cubana, lanzo una pequeña e irónica reflexión nacida de una información que preparé ayer mismo. Raúl Castro, hermano del Comandante en Jefe y actual presidente de Cuba, está de visita oficial en Rusia. Su primera visita a ese país desde la caída de la Unión Soviética, "unos viejos amigos", como él mismo llamó hoy a los rusos.
Ya se sabe: en estos encuentros de grandes estadistas siempre hay espacio para la distensión y el disfrute. Así fue que Raúl tuvo la oportunidad de degustar una magnífica invitación culinaria del actual presidente ruso, Dimitri Medvedev: asado, pan negro y vodka.
Una nota que sería anecdótica en otros países, pero que no lo es en Cuba. Una nota que bien seguro arrancaría una media sonrisa irónica y socarrona al correoso cantautor cubano Ray Fernández, cuyas canciones se sitúan genial y melancólicamente más allá de la línea roja de la necesaria autocensura. Una nota que bien podría servirle de inspiración para componer otra canción como la de Matarife.