miércoles, 25 de noviembre de 2009

Adiós a la Brunnen 183...



Ayer a las tres de la madrugada pasé en bicicleta por delante de la Brunnenstrasse 183, el lugar donde se encontraba uno de los últimos edificios okupados de Berlín. Varios camiones de la policía bloqueaban la entrada y se veía mucho movimiento policial por Rosenthaler Platz y cercanías. Pensé que se estaba preparando el desalojo de la casa, sin saber que el desalojo ya se había consumado.

Sobre las tres de la tarde de ayer nada más y nada menos que 600 policías procedieron a desalojar a los alrededor de 35 personas que mantenían con vida el centro social okupado y la Umsonstladen situada en sus bajos. Antes, la policía había cortado la Brunnenstrasse entre Rosenthaler Platz y la Invalidenstrasse, y no dejó circular a los ciudadanos berlineses por ese tramo de la calle por temor a "posibles desórdenes", según los diarios berlineses. Todo un detalle en pos de la seguridad ciudadana en estos tiempos de inseguridades (económicas y laborales) que nos atraviesan.

Mentiría si dijese que me sorprende el desalojo: un edificio de cuatro plantas situado en el corazón del distrito de Mitte es demasiado suculento para los poderes especulativos y gentrificadores que acechan sin prisa pero sin pausa al Berlín real, al que mancha y mantiene en vida a la ciudad y sus habitantes. Sin embargo, siempre pensé que resistiría más tiempo. Lamentablemente, me equivoqué.

La historia de la Brunnen 183 comienza en los salvajes 90 berlineses, poco después de la caída del muro. Okupada y mantenida hasta ahora con relativo éxito, contenía en su interior un bar, un teatro así como la ya mencionada Umsonstladen en sus bajos: una tienda en la que no hacía falta tener dinero para consumir: podías entrar, coger lo que necesitases y dejar lo que ya no usases por el módico precio de 0 euros. Un proyecto de confrontación directa y activa a la sociedad de extremo consumismo en la que vivimos. Ironías de la vida: incluso el alcalde de la ciudad, Klaus Wowereit, visitó en su día el proyecto y le dió su apoyo. Parece que sirvió de poco.

Al Berlín postokupado lo están cercando cada vez más. El turismo de masas en busca de aventuras urbanas me recuerda cada vez más al turismo de sangría-multikulti que sufre en sus carnes la Barcelona que nos robaron. Tengo las esperanzas puestas en el espacio libre que sigue atesorando esta urbanísticamente caótica capital. Nichos donde nacen y renacen espacios como el Karmanoia 2.0. ¿Creíais que estabámos muertos? Pues venid a rematarnos...



P.D: mañana hay convocada una manifestación de protesta por el desalojo. Más info, aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues me parece bien...ya encontrarán otra casa...mejor que hagan centros sociales y comunidades de vivienda alternativa en otras zonas donde son más necesarios que ahí, además si ya esta "gentrificado" seguramente no les gustaba, en mi pueblo (y muchos pueblos del interior) las casas están abandonadas..no creo que a nadie le importe que las ocupen...ayyy que a todo el mundo le gusta vivir donde esta el meollo eh? (Humanos son humanos, eso no cambia)
A PAGAR