"En la historia de la Europa contemporánea ha 
habido cinco Alemanias. La primera es la fragmentada y preindustrial 
Alemania anterior al siglo XIX, un mosaico multinacional que sobrevivió 
hasta Napoleón reivindicando una legitimidad imperial romana sin llegar 
nunca a ser verdadero Estado. La segunda aparece con la unificación 
bismarckiana posterior a la guerra franco-prusiana y se extiende bajo 
batuta prusiana hasta más allá de la Primera Guerra Mundial, con su 
crítico apéndice republicano de Weimar. La tercera Alemania fue la de 
Hitler y Auschwitz, un régimen de doce años particularmente trágico y 
nefasto que concluye con el fin de la Segunda Guerra Mundial. La cuarta 
es la Alemania doble de posguerra, tutelada por las potencias de la 
guerra fría; una mezcla de capitalismo y democracia en el Oeste, la RFA,
 y una mezcla de socialismo y dictadura en el Este, la RDA."
¿Y
 qué hay de la quinta Alemania? Ésa es la pregunta a la que intentan dar
 respuesta los periodistas Rafel Poch, Àngel Ferrero y Carmela Negrete 
en su recientemente publicado La quinta Alemania. Un modelo hacia el fracaso europeo.
 Un libro que aparece en un momento de profunda crisis económica, 
política e institucional en Europa en el que muchos miran hacia el país 
más rico, industrializado y poblado del continente en busca de 
respuestas (y soluciones) una vez asumido que las decisiones que la 
burocracia comunitaria de Bruselas toma han de recibir la aprobación 
previa de Berlín. 
Rafael Poch, corresponsal de La Vanguardia en Alemania y autor del recomendable blog Diario de Berlín,
 da un repaso a la historia moderna alemana, y lo hace desde esa 
perspectiva tan profundamente crítica que permite la distancia-cercanía 
del corresponsal de prensa en el extranjero. Poch no es revisionista 
respecto a la República Democrática Alemana: califica sin tapujos a la 
RDA (Alemania oriental) de "dictadura socialista". Sin embargo, tampoco 
duda en tumbar sin miramientos los tópicos sobre la presunta bondad 
intrínseca a la "democracia capitalista" (un claro oxímoron, visto lo 
visto) de la occidental República Federal Alemana.
  
La quinta Alemania es, según Rafael Poch, la 
entrada de lleno del país más grande, industrializado y rico de Europa 
en la era de la "Gran Desigualdad"; o lo que es lo mismo, el abrazo 
incondicional de las elites económica y política germanas de la 
dogmática ortodoxia neoliberal que está haciendo a los más ricos cada 
vez más ricos, y a las clases medias y trabajadoras (es decir, a la 
mayoría social) cada vez más pobres.
¿Datos que respalden esa afirmación? Precisamente 
de eso no falta en el libro: el sector de salarios bajos suponía en 
Alemania un 15 por ciento del total en 1995; hoy, asciende al 25 por 
ciento (ocho millones de personas trabajan en minijobs o en 
condiciones laborales precarias); la masa trabajadora alemana gana menos 
y, por consiguiente, gasta menos (entre 1995 y 2010, la cuota de mercado
 de los productos de baja calidad -Ramschökonomie-
 aumentó del 29,2 por ciento al 43,6 por ciento); los salarios de gran 
parte de la masa trabajadora alemana llevan además dos décadas 
técnicamente congelados, en lo que no pocos economistas críticos con el 
modelo han calificado de dumping salarial, mientras que los defensores del neoliberalismo hablan de competitividad.
Haciendo un ingenioso giro lingüístico referente a
 la Revolución Francesa, Rafel Poch, quien abre el libro, habla de los 
tres valores de esa "Gran Desigualdad" inaugurada en Alemania tras la 
reunificación del país: "autoridad, desigualdad, austeridad". Y traza un
 paralelismo entre el desguace de la industria germanooriental llevado a
 cabo por el gran empresariado germanooccidental (en connivencia con el 
poder político) y la actual dinámica aplicada sobre la llamada periferia
 europea (Grecia, Portugal, España, etcétera):
"Recapitulando los acontecimientos de dos 
décadas, desde la reunificación alemana hasta la actual eurocrisis, se 
puede establecer la siguiente serie: el canciller Helmut Kohl estrenó en
 Alemania del Este el campo de pruebas para liberalizar el mercado de 
trabajo, pasó el arado sobre el sistema socio-laboral, eliminando 
garantías e introduciendo jornadas más largas y salarios más bajos. 
(...) La involución de Schröder fue, a su vez, un experimento alemán, 
que la canciller Merkel exporta ahora, diez años después, al conjunto de
 Europa con el pacto fiscal y el tope de deuda. Alemania que llegó con 
retraso se ha convertido en el líder y principal promotor europeo de la 
Gran Desigualdad. Y para comprenderlo hay que examinar la política 
europea."
Àngel Ferrero abre su parte del libro, la central,
 con un análisis sobre el peso de la industria armamentística en ese 
modelo económico: no en vano, Alemania es la tercera potencia 
exportadora de armas del planeta, sector económico acompañado de una 
política exterior y militar cada vez menos acomplejada y más agresiva, 
como demuestra, por ejemplo, la presencia de tropas alemanas en 
Afganistán. Pero Alemania no está sola en ese complejo 
armamentístico-neoliberal para el que la crisis no pasa factura:
"El Premio Nobel de la Paz concedido a la Unión
 Europea en 2012 es ciertamente una broma de muy mal gusto. Según datos 
del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (...), 
siete de los veinte países que lideran la clasificación de exportación 
mundial de armas en el periodo de 2007-2011 pertenecen a la Unión 
Europea; por orden descendiente: Alemania, Francia, Reino Unido, España,
 Holanda, Italia, Suecia y Bélgica."
Para quien intente justificar esa política 
armamentística expansiva con el rearme de potencias emergentes como 
Rusia o China, aquí tiene un dato demoledor: en 2010, al UE invirtió en 
defensa más que todos los estados BRIC juntos. Se hace difícil defender 
recortes de gasto público en sectores como la sanidad o la educación 
cuando los Estados miembros de la UE siguen aumentando o manteniendo su 
ya de por sí ingente gasto en armas.
Y para muestra de todo lo expuesto anteriormente, un botón: Carmela Negrete
 pone sobre el papel las vivencias de una periodista española residente en 
Alemania que pasa por los más diversos y precarios trabajos de un 
mercado laboral como el alemán, con una cara B desagradable y tal vez 
demasiado poco conocida en el resto de países europeos. Es la parte 
empírica de un recomendable libro que nos permite entender mejor un país
 e incluso una ciudad como Berlín, donde la izquierda de bandera se hizo
 fuerte en los setenta y ochenta, pero dejó tras de sí el vacío más 
absoluto y vía libre al neoliberalismo como aparente único modelo 
socio-económico viable en la actualidad:
"Muchos de aquellos personajes vivían en 
Kreuzberg, el barrio de la 'escena de cuero', unos tipos de aspecto y 
actitud hostil que resultaban ser de izquierdas, eran mantenidos por las
 subvenciones sociales de la república burguesa de Bonn, y vivían sin 
mezclarse en guetos con sus bares, sus comercios, sus agencias de viajes
 y su mundillo estrictamente separado de los otros mundos, el del 
inmigrante turco o el de la clase media alemana local."

