Romper el silencio traído por estas fechas que nos obligan a celebrar, de las que no se escapa nadie porque la navidad es ya una obligación global y globalizada. Es lo que hago con este post: mientras Berlín se viste con el blanco de la nieve y las tiendas se llenan de gentes ávidas de consumir amistad y cercanía, en el subsuelo de la ciudad bullen danzas liberadoras, aunque ésa sea una libertad con una inevitable fecha de caducidad: la llegada de la luz del día.
Ayer tuve la oportunidad de visitar un club subterráneo y con un reconfortante sabor underground del que había oído hablar pero en el que nunca había tenido la oportunidad de estar. El Icon Club, en Prenzlauerberg, es centro de la escena de drum and bass berlinés, aunque no sólo, donde pincha habitualmente una ilustre figura del jungle británico Dj Bailey. Ayer una sesión electrónica, con momentos que rayaron con el bakalao de los salvajes años 90 valencianos, nos arrancacó las pocas fuerzas que nos quedaban y nos llenó de vida. Ahí va un retazo de Adamm Supersonic:
Ayer tuve la oportunidad de visitar un club subterráneo y con un reconfortante sabor underground del que había oído hablar pero en el que nunca había tenido la oportunidad de estar. El Icon Club, en Prenzlauerberg, es centro de la escena de drum and bass berlinés, aunque no sólo, donde pincha habitualmente una ilustre figura del jungle británico Dj Bailey. Ayer una sesión electrónica, con momentos que rayaron con el bakalao de los salvajes años 90 valencianos, nos arrancacó las pocas fuerzas que nos quedaban y nos llenó de vida. Ahí va un retazo de Adamm Supersonic: