"Alemania ejemplar: lo que Estados Unidos puede aprender de la mayor economía de Europa". Con esta portada abría el Handelsblatt, diario económico de referencia en Alemania, su edición del pasado fin de semana. El paternalismo alemán para con la periferia europea parece estar convirtiéndose cada vez más claramente en prepotencia y autosatisfacción. Prepotencia y autosatisfacción que se traducen en un exaltado nacionalismo económico que parece estar cegando a buena parte de la política y la ciudadania alemana a tenor de la actitud que la locomotora económica europea mantiene respecto a la crisis del euro y, por consiguiente, de la crisis institucional que está viviendo la Unión Europea, cada vez más cerca del borde del precipicio.
La semana pasada, el diario español ABC me pidió un artículo que analizara cómo esa crisis está afectando al mapa electoral alemán y al liderazgo de la canciller alemana Angela Merkel. Saqué dos conclusiones: Alemania se juega mucho más de lo que se piensa con el euro y Merkel sigue siendo la líder indiscutible en el panorama político germano. A continuación podéis leer íntegramente el artículo.
"'Merkel destroza Europa a través del ahorro'. 'La crisis de euro amenaza con doblegar a Alemania'. Son dos de los titulares que la amenaza de la agencia de calificación Moody’s de bajar la nota de calificación de la deuda germana arrancó esta semana a la prensa alemana. La agencia de calificación estadounidense anunció el pasado miércoles que baraja reducir la calidad de la deuda soberana de Alemania, Holanda y Luxemburgo, economías europeas que hasta ahora han mantenido la máxima calificación (AAA) pese a la crisis que está asediando al euro.
Las crecientes especulaciones sobre una inminente salida de Grecia de la moneda común, la caída libre de la economía española, con cada vez más dificultades para financiarse a intereses sostenibles en los mercados y con un desempleo galopante, así como las también crecientes especulaciones sobre un posible rescate total de España amenazan cada vez más claramente con salpicar a la llamada locomotora económica europea. Ya no sólo diarios representantes de la izquierda liberal, como el berlinés Tageszeitung, sino también publicaciones conservadoras como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, diarios en los que aparecieron los titulares que abren este artículo, se atreven a poner en entredicho cada vez más abiertamente la política económica y europea de la canciller.
Con todo, Merkel y su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), siguen liderando las encuestas de intención de voto. El liderazgo de Merkel, pese a su tan criticada y hasta ahora inamovible defensa de la estricta austeridad y en contra de la introducción de instrumentos de integración económica como los eurobonos, se mantiene de momento intacto. Sin embargo, podría ser insuficiente para gobernar la próxima legislatura.
Según la última encuesta de intención de voto semanal encargada por el canal de televisión privado RTL y el semanario Stern, si las elecciones federales que tendrán lugar previsiblemente dentro de poco más de un año se celebrasen hoy, la CDU de Merkel recibiría el 36 por ciento de los votos. Su actual socio de Gobierno, los liberal-conservadores del FDP, quedarían fuera del Parlamento federal al obtener un 4 por ciento de los votos, por debajo del 5 por ciento exigido en todos los Estados federados para entrar en el Bundestag.
La oposición parlamentaria formada por los socialdemócratas del SPD y Los Verdes obtendría unos resultados que tampoco son para tirar cohetes: los primeros subirían un punto hasta el 27 por ciento de los sufragios, mientras que los segundos incluso caerían un punto hasta el 12 por ciento. El partido de La Izquierda, formación fundada en 2007 por socialdemócratas desencantados y poscomunistas, se recuperaría ligeramente para alcanzar el 7 por ciento. Por su parte, la sensación de los últimos comicios regionales celebrados en Alemania, Los Piratas, jovencísima formación de izquierda liberal que hace hincapié en la transparencia institucional y en la llamada democracia líquida con Internet como instrumento fundamental, conseguiría entrar en el parlamento federal consiguiendo el 9 por ciento de los votos.
La actual coalición gobernante (cristianodemócratas de la CDU y liberal-conservadores del FDP) mantiene, por tanto, una ajustada ventaja de un solo punto respecto a un posible gobierno de coalición entre socialdemócratas y verdes. Sin embargo, si el FDP no consigue superar finalmente el umbral del 5 por ciento a nivel federal, la reedición del actual Gobierno sería imposible. Ello abriría las puertas a una nueva gran coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas como la que gobernó Alemania entre 2005 y 2009. No obstante, el imprevisible rumbo que puede tomar la crisis del euro no invita a hacer especulaciones sobre los resultados de unas elecciones previstas para dentro de un año.
Liderazgo indiscutible
“La mitad de los electores alemanes están contentos con Merkel y su gestión. No hay indicios de cambio y ello se lo pone difícil a cualquiera que sea el candidato socialdemócrata”, asegura Manfred Güllner, el director de Forsa, instituto demoscópico encargado de confeccionar el estudio de intención de voto antes mencionado. Más allá de la opinión que los alemanes tienen de su partido, es evidente que el liderazgo de la figura de Merkel es, de momento, indiscutible.
Entre la clase media y trabajadora germana cunde la opinión de que los contribuyentes de la locomotora económica europea están pagando los excesos cometidos por españoles, italianos, griegos o portugueses, los europeos del sur que, según esa generalizada opinión, encarnan a la perfección el exceso de crédito de aquéllos que han estado viviendo por encima de sus posibilidades. No en vano, según una encuesta de la televisión pública alemana ARD, más de la mitad de la población alemana rechaza la ayuda financiera a la banca española aprobada recientemente por el Bundestag (Cámara Baja alemana).
En este clima de opinión, es comprensible que la canciller alemana, defensora a ultranza de la austeridad, el aumento de la productividad y el pago de las deudas, mantenga una alta popularidad entre el electorado germano: según el estudio del instituto Forsa, si los alemanes pudieran votar directamente al canciller, como ocurre en los modelos presidenciales, el 59 por ciento se decidiría por Merkel. Mientras, los posibles candidatos del SPD quedan muy por detrás: el 27 por ciento apostaría por Walter Steinmeier, actual jefe de la facción parlamentaria del SPD, el 26, por Peer Steinbrück, exministro de Economía de la Gran Coalición, mientras que sólo el 17 lo haría por Signar Gabriel, actual presidente el partido.
Sin embargo, es impredecible el vuelco que podría sufrir el panorama electoral alemán si el drama del euro se acelera con una salida de Grecia de la moneda única, lo que muy probablemente desencadenaría una reacción en cadena de los mercados respecto a la periferia europea. Economistas representantes de la corriente académica dominante en Alemania advierten de las graves consecuencias que tendría el fin del euro para la mayor economía de la eurozona. Según cálculos del instituto muniqués Ifo, una insolvencia de Grecia y su salida de la moneda común supondrían para el Estado alemán una pérdida de alrededor 90 mil millones de euros, cifra que no incluye la compra de deuda pública helena por parte de inversores privados como los bancos germanos.
Esta semana se supo que la actividad industrial en Alemania se ha reducido y que las perspectivas de las empresas alemanas respecto al futuro han empeorado considerablemente. En esa línea, cada vez más economistas llaman la atención sobre las graves consecuencias que tendría un fin de la moneda común tal y como la conocemos hoy para la locomotora económica europea. Merkel (y Alemania) se la juega con la crisis del euro."
La semana pasada, el diario español ABC me pidió un artículo que analizara cómo esa crisis está afectando al mapa electoral alemán y al liderazgo de la canciller alemana Angela Merkel. Saqué dos conclusiones: Alemania se juega mucho más de lo que se piensa con el euro y Merkel sigue siendo la líder indiscutible en el panorama político germano. A continuación podéis leer íntegramente el artículo.
"'Merkel destroza Europa a través del ahorro'. 'La crisis de euro amenaza con doblegar a Alemania'. Son dos de los titulares que la amenaza de la agencia de calificación Moody’s de bajar la nota de calificación de la deuda germana arrancó esta semana a la prensa alemana. La agencia de calificación estadounidense anunció el pasado miércoles que baraja reducir la calidad de la deuda soberana de Alemania, Holanda y Luxemburgo, economías europeas que hasta ahora han mantenido la máxima calificación (AAA) pese a la crisis que está asediando al euro.
Las crecientes especulaciones sobre una inminente salida de Grecia de la moneda común, la caída libre de la economía española, con cada vez más dificultades para financiarse a intereses sostenibles en los mercados y con un desempleo galopante, así como las también crecientes especulaciones sobre un posible rescate total de España amenazan cada vez más claramente con salpicar a la llamada locomotora económica europea. Ya no sólo diarios representantes de la izquierda liberal, como el berlinés Tageszeitung, sino también publicaciones conservadoras como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, diarios en los que aparecieron los titulares que abren este artículo, se atreven a poner en entredicho cada vez más abiertamente la política económica y europea de la canciller.
Con todo, Merkel y su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), siguen liderando las encuestas de intención de voto. El liderazgo de Merkel, pese a su tan criticada y hasta ahora inamovible defensa de la estricta austeridad y en contra de la introducción de instrumentos de integración económica como los eurobonos, se mantiene de momento intacto. Sin embargo, podría ser insuficiente para gobernar la próxima legislatura.
Según la última encuesta de intención de voto semanal encargada por el canal de televisión privado RTL y el semanario Stern, si las elecciones federales que tendrán lugar previsiblemente dentro de poco más de un año se celebrasen hoy, la CDU de Merkel recibiría el 36 por ciento de los votos. Su actual socio de Gobierno, los liberal-conservadores del FDP, quedarían fuera del Parlamento federal al obtener un 4 por ciento de los votos, por debajo del 5 por ciento exigido en todos los Estados federados para entrar en el Bundestag.
La oposición parlamentaria formada por los socialdemócratas del SPD y Los Verdes obtendría unos resultados que tampoco son para tirar cohetes: los primeros subirían un punto hasta el 27 por ciento de los sufragios, mientras que los segundos incluso caerían un punto hasta el 12 por ciento. El partido de La Izquierda, formación fundada en 2007 por socialdemócratas desencantados y poscomunistas, se recuperaría ligeramente para alcanzar el 7 por ciento. Por su parte, la sensación de los últimos comicios regionales celebrados en Alemania, Los Piratas, jovencísima formación de izquierda liberal que hace hincapié en la transparencia institucional y en la llamada democracia líquida con Internet como instrumento fundamental, conseguiría entrar en el parlamento federal consiguiendo el 9 por ciento de los votos.
La actual coalición gobernante (cristianodemócratas de la CDU y liberal-conservadores del FDP) mantiene, por tanto, una ajustada ventaja de un solo punto respecto a un posible gobierno de coalición entre socialdemócratas y verdes. Sin embargo, si el FDP no consigue superar finalmente el umbral del 5 por ciento a nivel federal, la reedición del actual Gobierno sería imposible. Ello abriría las puertas a una nueva gran coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas como la que gobernó Alemania entre 2005 y 2009. No obstante, el imprevisible rumbo que puede tomar la crisis del euro no invita a hacer especulaciones sobre los resultados de unas elecciones previstas para dentro de un año.
Liderazgo indiscutible
“La mitad de los electores alemanes están contentos con Merkel y su gestión. No hay indicios de cambio y ello se lo pone difícil a cualquiera que sea el candidato socialdemócrata”, asegura Manfred Güllner, el director de Forsa, instituto demoscópico encargado de confeccionar el estudio de intención de voto antes mencionado. Más allá de la opinión que los alemanes tienen de su partido, es evidente que el liderazgo de la figura de Merkel es, de momento, indiscutible.
Entre la clase media y trabajadora germana cunde la opinión de que los contribuyentes de la locomotora económica europea están pagando los excesos cometidos por españoles, italianos, griegos o portugueses, los europeos del sur que, según esa generalizada opinión, encarnan a la perfección el exceso de crédito de aquéllos que han estado viviendo por encima de sus posibilidades. No en vano, según una encuesta de la televisión pública alemana ARD, más de la mitad de la población alemana rechaza la ayuda financiera a la banca española aprobada recientemente por el Bundestag (Cámara Baja alemana).
En este clima de opinión, es comprensible que la canciller alemana, defensora a ultranza de la austeridad, el aumento de la productividad y el pago de las deudas, mantenga una alta popularidad entre el electorado germano: según el estudio del instituto Forsa, si los alemanes pudieran votar directamente al canciller, como ocurre en los modelos presidenciales, el 59 por ciento se decidiría por Merkel. Mientras, los posibles candidatos del SPD quedan muy por detrás: el 27 por ciento apostaría por Walter Steinmeier, actual jefe de la facción parlamentaria del SPD, el 26, por Peer Steinbrück, exministro de Economía de la Gran Coalición, mientras que sólo el 17 lo haría por Signar Gabriel, actual presidente el partido.
Sin embargo, es impredecible el vuelco que podría sufrir el panorama electoral alemán si el drama del euro se acelera con una salida de Grecia de la moneda única, lo que muy probablemente desencadenaría una reacción en cadena de los mercados respecto a la periferia europea. Economistas representantes de la corriente académica dominante en Alemania advierten de las graves consecuencias que tendría el fin del euro para la mayor economía de la eurozona. Según cálculos del instituto muniqués Ifo, una insolvencia de Grecia y su salida de la moneda común supondrían para el Estado alemán una pérdida de alrededor 90 mil millones de euros, cifra que no incluye la compra de deuda pública helena por parte de inversores privados como los bancos germanos.
Esta semana se supo que la actividad industrial en Alemania se ha reducido y que las perspectivas de las empresas alemanas respecto al futuro han empeorado considerablemente. En esa línea, cada vez más economistas llaman la atención sobre las graves consecuencias que tendría un fin de la moneda común tal y como la conocemos hoy para la locomotora económica europea. Merkel (y Alemania) se la juega con la crisis del euro."
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