"Cuando miro a una familia (extranjera) de 7 u 8 miembros me pregunto cómo puedo integrarla en la República Federal Alemana. (...) De esa manera obtengo una fotografía de ella, y entonces me pregunto si mantener esa familia en Alemania es del interés público del Estado de Berlín o de Alemania". Son las frías y calculadoras palabras del ex ministro de Interior del Estado de Berlín, Ehrhart Körting (SPD), una de las voces que recoge el interesante y recomendable documental Neukölln Unlimited.
Neukölln es uno de los distritos más problemáticos de la capital alemana. Dos estadísticas lo dejan patente: el desempleo ronda el 17 por ciento y alrededor de la mitad de su población depende de las ayudas sociales para llegar a fin de mes. Con una población marcada por la migración, Neukölln es repetidamente utilizado por los medios de comunicación de masas alemanes como ejemplo de la fallidad sociedad "multikulti", utilizando las palabras de la canciller federal alemana, Angela Merkel, y de los problemas sociales derivados de la falta integración.
Sin embargo, la plana mediática germana y el status quo político del país olvidan que los fallos en el proceso de integración no sólo están de la parte de los que llegaron de fuera, sino también de los que siempre estuvieron aquí. Quiero decir que igualmente culpables son los que llevan 25 años en Alemania y todavía no son capaces de hablar mejor o peor el idioma como aquellos alemanes que no son capaces de aceptar que la inmigración ha cambiado irremediablemente los acentos, los colores, los sabores, los olores de Alemania.
El documental Neukölln unlimited nos cuenta la kafkiana historia de la familia Akkouch, da voz a los habitualmente invisibles de esta ciudad y pone en duda todos los lugares comunes manejados por los detractores de esa fallida y criticada sociedad multicultural. El multiculturalismo y la inmigración no son buenos ni malos. Simplemente son.