Cuando los conflictos entran en una espiral de violencia, las partes  implicadas se enzarzan en una dinámica de acción y reacción. Es el caso  de la “cuestión kurda”: tras el atentado de la semana pasada en Ankara,  reivindicado por una facción del PKK, las fuerzas de seguridad iniciaron  una serie de operaciones que acabaron en tiroteos con miembros del  grupo armado. Además, la aviación militar turca sigue intensificando sus  bombardeos sobre posiciones del PKK en las montañas del norte de Irak  (en Diyarbakir se puede escuchar hasta una docena de despegues de cazas  al día). Esta misma semana, el PKK ha secuestrado a once profesores de primaria  en diferentes puntos del Kurdistán turco acusándolos de atentar contra  los derechos lingüísticos de los kurdos. No en vano, la República fue  fundada sobre la base de “una Nación, una lengua, un líder”, valores que  explican muchos de los problemas internos a los que se enfrenta en la  actualidad un Estado multinacional y multiénico como el turco, así como  el culto que siguen rindiendo las instituciones a la figura de Atatürk.
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