jueves, 11 de octubre de 2012

Víctimas de primera, segunda y tercera

“¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, gritan los manifestantes, muchos de ellos familiares de asesinados y desaparecidos procedentes de diferentes Estados de México. Es la primera marcha convocada por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) desde que finalizara la caravana por Estados Unidos encabezada por el poeta Javier Sicilia. Medio centenar de personas avanza escoltado por una nube de periodistas además de por un importante dispositivo policial. Su meta: las puertas de la Secretaría de Gobernación, en el centro institucional de la Ciudad de México. Su objetivo: protestar contra la impunidad e injusticia que, en su opinión, han caracterizado el sexenio legislativo que el actual presidente en funciones, Felipe Calderón (PAN), está a punto de culminar.

Un sexenio marcado por una sangrienta guerra contra el narcotráfico iniciada por el mismo Calderón que se ha cobrado cientos de miles de víctimas civiles, militares y policiales, y que, a las puertas de un nuevo gobierno priísta, parece estar entrando en una nueva fase a tenor de las últimas informaciones sobre detenciones y muertes de capos criminales; una nueva fase que podría estar catacterizada por una fragmentación aún mayor de los diferentes cárteles de la droga que operan dentro de las fronteras de México y por un consecuente incremento de las víctimas civiles. La trágica cifra exacta de esta guerra no declarada, la de los muertos y desaparecidos, está por tanto aún por determinar.

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martes, 9 de octubre de 2012

Narcoviolencia y neoliberalismo: ¿dos caras de la misma moneda?

El narcotráfico y la criminalidad organizada derivada del mismo no son fenómenos nuevos en México, como muchos puedan pensar ante la avalancha de informaciones ofrecidas por medios de todo el mundo sobre asesinatos en masa, decapitaciones y descubrimientos de grandes alijos de cocaína o marihuana en dirección a Estados Unidos. Como bien explica Ioan Grillo (periodista inglés afincado en México desde 2001) en su libro El narco, el cultivo de amapola (base de la heroína y el opio) y cannabis en las sierras mexicanas se remonta décadas atrás. Lo relativamente nuevo es lo que Grillo califica de “narcoinsurgencia”: la capacidad que los paramilitares ligados al narcotráfico muestran para poner contra las cuerdas al Estado mexicano.

La periodista mexicana Anabel Hernández, en su libro Los señores del narco, abunda en la idea de que el narcotráfico no es nada nuevo en su país, pero añade un componente político-histórico al origen del poder del que goza el crimen organizado actualmente en México y otros países latinoamericanos: 

“Durante casi una década (1981-1989), la CIA apoyó el movimiento armado de la contra nicaragüense para derrotar al gobierno establecido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La agencia de inteligencia ejecutó su designio por medio de financiamiento y supuestas misiones humanitarias. Eran los años de la Guerra Fría: Estados Unidos consideraba que el FSLN era un gran peligro para la región debido a sus tendencias marxistas-leninistas, y que en Centroamérica estaba a punto de gestarse una nueva Cuba. (…) Cuando en 1986 estalló el escándalo Irán-contra, el equipo de Reagan reconoció que ‘algunos de los recursos obtenidos por la venta de armas de Estados Unidos a Irán fueron destinados a los contras’. (…) Varios funcionarios de la CIA (…) coludieron con narcotraficantes de América Latina para obtener recursos destinados a la contra nicaragüense.”

Según Anabel Hernández, que se apoya en documentos desclasificados tanto de la CIA como de la DEA, la agencia de inteligencia estadounidense apoyó a los grupos armados contrarrevolucionarios en Centroamérica en detrimento tanto de la salud pública de la población de EE.UU. como de los derechos humanos en América Latina. Una perspectiva histórica que encaja con la opinión de los hermanos Antonio y Alejandro Cerezo: la llamada guerra contra el narcotráfico y el modelo económico neoliberal no son más que dos caras de la misma moneda en México.

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jueves, 4 de octubre de 2012

México y las víctimas de la "guerra contra el narco"

Desde hace unas semanas me encuentro en México, donde, además de conocer este maravilloso país, realizo un par de reportajes para diferentes medios. Uno de ellos versa sobre el papel que juegan las miles de víctimas de la llamada "guerra contra el narcotráfico" y la espiral de violencia desatada en 2006. Iré publicado en la web del colectivo periodístico Contrast una serie de post en forma de resumen sobre la investigación. Aquí tenéis el primero.

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“Enrique Peña Nieto condena el asesinato del diputado electo en Sonora, Eduardo Castro”. “Asesinan a diputado Jaime Serrano”. “91,6 % de delitos no se denuncian en México”. Son algunos de los titulares que los mexicanos reciben a diario en sus teléfonos móviles a través de diferentes servicios informativos. Titulares que resumen la relativa normalidad con la que la ciudadanía mexicana convive con la violencia e impunidad generadas por los enfrentamientos entre los diferentes cárteles y grupos criminales que operan en el país, así como por la llamada guerra contra el narcotráfico iniciada por el presidente en funciones, Felipe Calderón (del conservador Partido de Acción Nacional -PAN-).

Una guerra que Calderón le declaró oficialmente al narcotráfico y al crimen organizado en 2006 y que ya ha dejado tantas víctimas que incluso las cifras de muertos muestran enormes diferencias: mientras la Procuraduría General de la República (PGR) contabilizó más de 47.000 muertos desde 2006 hasta principios de este mismo año, otros medios y organizaciones no gubernamentales hablan de más de 70.000 muertes en el sexenio legislativo que está a punto de acabar. Las víctimas de esta inconclusa guerra sin enemigos evidentes ni facciones claras se van acumulando mientras sus familiares buscan respuestas, justicia y un sitio en el presente y el futuro de la sociedad mexicana.

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lunes, 1 de octubre de 2012

Sobre el actual momento del neonazismo alemán

La policía alemana llevó a cabo a finales del pasado agosto una gran operación contra el neonazismo en el Estado federado de Renania de Norte-Westfalia: más 900 agentes registraron alrededor de 140 viviendas y locales en diferentes puntos del Estado más poblado e industrializado de la República Federal Alemana. La policía se incautó de armas de fuego, bates y puños americanos, además de propaganda del NPD (Partido Nacionaldemócrata de Alemania), uno de los partidos neonazis todavía legales en el país centroeuropeo y que tiene lazos con formaciones de extrema derecha españolas como Plataforma per Catalunya. 

Ese gran despliegue policial fue interpretado como un gesto contra la impunidad de la que gozó el grupúsculo de extrema derecha NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista) tras los fallos de bulto cometidos por el sistema de seguridad alemán. La NSU fue una célula terrorista neonazi compuesta por tres miembros que mató a 9 inmigrantes de origen turco y griego, y a una agente de policía, puso bombas y atracó bancos entre 2000 y 2006. Primero, la policía y los diferentes servicios secretos alemanes fueron incapaces de detectar a los tres terroristas, que operaron con el probable apoyo de una red social. Después, destruyeron documentos relacionados con la investigación. 

Los graves errores cometidos por las autoridades le costaron el puesto a Heinz Fromm, ya expresidente de la Oficina de la Defensa de la Constitución, una las instituciones destacadas de los servicios secretos, cuya función es vigilar a aquellos sectores que buscan desestabilizar a la República Federal Alemana desde posiciones políticas y/o religiosas. La última gran operación contra el neonazismo alemán parece estar directamente relacionada con la llegada a la presidencia de la Oficina de la Defensa de la Constitución de Hans-Georg Maasse, quien asumió el cargo a principios del pasado agosto.

Pese a los cambios realizados en la cúpula del sistema de seguridad alemán y la reciente masiva redada, siguen siendo muchas las preguntas acerca de la actual escena del neonazismo en Alemania así como de las presuntas conexiones entre neonazis y algunos miembros de los servicios secretos y policiales del país. El último informe anual de la Oficina de la Defensa de la Constitución correspondiente al año 2011 revela datos sobre el actual momento del neonazismo en Alemania: el número de delitos de la extrema derecha (incluidos los de propaganda, como el antisemitismo) aumentó ligeramente con respecto al año anterior. Buena parte de esos delitos se concentró precisamente en el Estado de Renania de Norte-Westfalia, escenario de la última gran razia contra los círculos neonazis.

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