martes, 28 de julio de 2009

'The limits of control'


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The limits of control es la última película de Jim Jarmusch, el director de cine alternativo estadounidense por excelencia del momento. Se trata de una road movie contenida, filosófica y rodada en seis idiomas. Con la participación de figuras como Bill Murray, Gael García Bernal, Luis Tosar, John Hurt o Tilda Swinton, y con un enorme Isaach de Bankolé como protagonista, Jarmusch propone una historia difícil y cargada de simbolismos. Una historia diferente a las películas que hasta ahora había visto de Jarmusch. No me decepcionó, aunque tampoco puedo decir si me gustó del todo: salí del cine diferente y con una extraña sensación de inquietante equilibrio. Sin duda, una película recomendable.

martes, 21 de julio de 2009

Propaganda por información



Nunca fue recomendable leer los diarios con ojos cándidos y libres de sospecha. Sin embargo, tal y como están las cosas, con masivos recortes en medios y personal, conviene ser más observador y suspicaz que nunca: hoy se edita rápido y mal, y se publica lo que antes no era publicable.

"El narcotráfico penetra en Venezuela": con este titular elevaba el diario español El País un informe del Congreso estadounidense, de aparentes raíces republicanas, a verdad objetiva e irrefutable. Con todos mis respetos hacia el diario, que me sigue pareciendo referencial en lo que a información internacional se refiere, la pieza me parece pura propaganda. Propaganda que la edición de internacional fagocita y escupe en forma de información presuntamente objetiva. Ya sabemos de la capacidad manipuladora del titular. Si El País pretende mantener su carácter referencial, debería cuidar un poco más sus filtros editoriales y no dejarse llevar por las bajas pasiones propagandistas y manipuladores de según qué fuentes.

Quizá no tan casualmente, un día después de la filtración del informe del Congreso estadounidense convertido en verdad oficial, Colombia y Estados Unidos cerraban un acuerdo por el que el país latinoamericano permitirá operar en su territorio a tropas del Ejército del vecino del norte para "combatir el narcotráfico". Y dos días después, en un presunto vídeo de las FARC, su dirigente el Mono Jojoy aseguraba que la guerrilla colombiana había financiado la campaña de Rafael Correa, actual presidente de Ecuador alineado con el eje chavista del ALBA. El diario Público pone en duda la autenticidad del vídeo y hace un interesante análisis sobre lo que viene ocurriendo en Latinoamérica en los últimos tiempos.

Vuelven los golpes de Estado y los movimientos sospechosos en el continente de las venas abiertas. Si el Imperio y Occidente pretenden combatir el populismo con guerra sucia y propaganda interesada, seguramente volverán los tiempos oscuros. Imprescindible la tribuna del escritor peruano Santiago Roncagliolo para entender todo esto: un defensa de la democracia liberal consciente de las limitaciones del liberalismo económico y político en un continente expoliado por el librecambismo.

miércoles, 8 de julio de 2009

Gitanos en Europa: ¿ciudadanos de pleno derecho?

"Yo no soy racista, pero, de verdad, con los gitanos es que no puedo". ¿Cuántas veces no habrás escuchado esta frase? Bien, pues la persona que la pronuncia está cayendo en el racismo del tópico, procedente de la ignorancia y/o la falta de ganas de saber. Yo mismo reconozo haber sido racista con la comunidad gitana, a pesar de haber crecido con ella. Ahora, de alguna manera, admiro a ese pueblo. Os dejo con unas gotas documentales sobre la situación de la minoría gitana en Europa. El texto es mío y el vídeo, de mi compadre Israel Ramírez.



La última semana del pasado mayo saltó la polémica en Berlín: un grupo de familias gitanas procedentes de Rumanía (unas 90 personas) llegó a la capital alemana huyendo de la precaria situación económica que sufría en su país de origen. Tras la entrada de Rumanía y Bulgaria a la UE en 2007, la comunidad gitana de esos países de Europa del Este disfruta ahora de libertad de movimientos para poder buscarse la vida en los países occidentales. Tras acampar en un parque del popular distrito de Kreuzberg, la policía intentó desalojarlos una y otra vez, hasta que las familias gitanas decidieron refugiarse en una casa okupada del barrio y posteriormente en una iglesia. El asunto pronto saltó a la prensa, después de que las autoridades berlinesas consideraran inaceptable que los ciudadanos rumanos fueran de un lugar a otro de la ciudad.

El Estado alemán, a falta de medios jurídicos para abordar a ciudadanos comunitarios, pretendió hacerse cargo de los niños de la familias rumanas. Mientras, el Senado berlinés sólo ofrecía la solución de asilo de refugiados a los recién llegados, además de no sentirse obligado a proteger a los menores de la familias. Todo un complicado y contradictorio proceso burocrático. Los colectivos sociales que ofrecieron ayuda a las familias gitanas, por su parte, denunciaron el trato discriminatorio sufrido por los gitanos a manos de la policía y la falta de respeto de los derechos básicos de unos ciudadanos europeos como otros cualquiera. O, ¿es que quizá el problema sea que los gitanos no son tratados como ciudadanos de pleno derecho de la UE?

Según estimaciones, la comunidad gitana europea está compuesta por entre 9 y 12 millones de personas distribuidas por todo el continente, aunque su gran mayoría se concentra en los países del sur y el este. De esta forma, se puede afirmar sin miedo a equivocarse que la gitana es la mayor minoría existente en Europa, o, al menos, la mayor minoría europea huérfana de un Estado o gobierno regional que la represente. Mientras la Unión Europea continua su proceso de ampliación y soluciona (peor o mejor) los problemas identitarios y sociales existentes en su seno, la cuestión gitana sigue abierta. Prueba de ello es el último informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo publicado por Amnistía Internacional: en el capítulo dedicado a Europa y Asia central, AI da un severo toque de atención sobre la situación de discriminación que sufre la minoría gitana en Europa, así como sobre la falta de voluntad política para buscar soluciones.

El relator especial sobre racismo de las Naciones Unidas confirmó el pasado noviembre que “en el corazón de la Europa moderna existe un serio y profundo problema de racismo y discriminación hacia la comunidad gitana que debe ser combatido con todos los medios del Estado de Derecho”. Según Amnistía Internacional, la gitana fue la minoría de Europa y Asia central más afectada por una “discriminación sistemática”: gran parte de sus miembros fueron excluidos de la vida pública y sólo tuvieron un acceso limitado a vivienda, educación, empleo y asistencia sanitaria. Falta de escolarización, barraquismo, ausencia de servicios básicos como acceso a agua potable y electricidad, etcétera. Y ello no sólo ocurre en países candidatos a entrar en la UE, como Albania o Kosovo, sino también en Estados de pleno derecho de la Unión, como Italia o Repúbica Checa.

Encuentro en Berlín

Tres semanas antes de la mediática llegada de las familias gitanas rumanas a Berlín, tuvo lugar en la capital alemana un encuentro bien diferente: cincuenta jóvenes gitanos y trabajadores sociales de organizaciones juveniles de 17 países europeos diferentes participaron en un seminario organizado por la asociación alemana Amaro Drom y Roma Active Albania con apoyo de la Comisión Europea en el marco del Programa Juventud. Un encuentro de sirvió para compartir experiencias sobre la situación en los diferentes países representados y trazar proyectos de futuro dentro del ámbito de juvenil gitano.

Este redactor tuvo la oportunidad de hablar con siete de los jóvenes gitanos participantes procedentes de siete países diferentes. De esas conversaciones nacieron los siguientes perfiles. Una microvisión general sobre la situación de la juventud gitana europea, sobre sus perspectivas, sus miedos y sus esperanzas:

Hamze Bytyci es un berlinés con raices kosovares que se siente “metropolitano, europeo y gitano”. Hamze trabaja habitualmente con la asociación Amaro Drom, por lo que conoce bien la situación de su comunidad en Alemania y Berlín. Hamze cree que el futuro de la comunidad gitana en Europa tiene “dos caras”: “Ahora estamos dando los primeros pasos para mejorar su situación. Es como el inicio de una revolución pacífica. Por otra parte, todos sabemos lo que está ocurriendo con la minoría gitana en países Italia o en República Checa. Necesitamos más dinero y más tiempo”.

Admir Biberovic es un licenciado en Derecho que vive en Tuzla, en el norte de Bosnia-Herzegovina, donde trabaja para una ONG. Admir es optimista respecto al futuro de su comunidad en Bosnia, donde viven oficialmente alrededor de 100.000 gitanos: “El Gobierno de mi país es miembro de proyecto Decade or Roma Inclusion, que busca la inclusión de la comunidad gitana europea. Ha dedicado así 3 millones de euros para ello este mismo año”. Admir es optimista porque cree que si alguien está convencido en cambiar algo, lo puede cambiar, y él ve convencimiento de sobras en encuentros como el de Berlín.

Brisilda Taço es una estudiante de Comunicación y Relaciones Públicas de Albania, donde la comunidad gitana está compuesta por unas 120.000 personas, aunque sólo según estimaciones pues no hay “estadísticas oficiales”. Brisilda es clara: “La situación de la comunidad gitana albanesa es mala: sufre un alto porcentaje de paro, hay familias que no tienen casa y viven en tiendas o poblados. Muchos niños no acuden a la escuela. Me atrevo decir que la situación social de los gitanos en Albania es incluso peor ahora que durante la época comunista”. Al futuro la estudiante albanesa le pide poco y mucho al mismo tiempo: “Espero ver a todos los niños gitanos en las escuelas y adultos de mi comunidad en el Parlamento”.

Ionut Stan trabaja como policía en un pueblo del norte de Rumanía. Ionut, que se siente gitano porque “no puede ser otra cosa”, reconoce que su comunidad sigue estando discriminada por “el color de su piel”. Sin embargo, nota “un cierto viento de cambio”: “Si bien es cierto que en algunas regiones de Rumanía hay comunidades gitanas realmente pobres, también hay miembros de mi comunidad que están muy integrados, con estudios y trabajo”. Ionut tuvo la oportunidad de trabajar en Bruselas durante seis meses gracias a una beca, por ello aprecia mucho lo que significa la UE. Ionut es optimista respecto al futuro: “La vida de mis hijos será mejor que la mía”.

Karolina Mirga estudia Relaciones Internacional y trabaja para una ONG de Polonia, donde reside: “Mi nacionalidad oficial es polaca, pero en mi corazón soy gitana; por tanto, diría que soy una gitana polaca. Mi padre es gitano, mi madre es polaca y yo soy un mezcla de ambas identidades”. En Polonia, donde viven oficialmente entre 20.000 y 30.000 gitanos, su comunidad está “bastante bien integrada, aunque sigue habiendo problemas en campos como la educación o la vivienda”. Karolina muestra incertidumbre sobre el futuro, pero reconoce que los cambios “ya han comenzado”: “No puedo decirte qué es lo que va ocurrir durante los próximos 50 años, pero quizá algún gitano llegue a presidente de los Estados Unidos [risas]”.

Kike Jiménez, de 24 años, es un trabajador social de la asociación Kale dor Kayiko del País Vasco, en el norte de España. Kike reconoce las dificultades para definir su propia identidad: “¿Si me siento de dónde vengo? Uff, es un poco complicado de responder teniendo en cuenta la situación política que vivimos en el País Vasco. Si a eso le sumamos mi identidad gitana, me parece una pregunta un tanto complicada. Me siento tan gitano, tan vasco y tan español, a partes iguales, a la vez que europeo”. Kike afirma que los gitanos del norte de España van un poco por detrás en el tema de educación que los de otras partes de España como Cataluña, Andalucía o Madrid. Sobre el futuro, Kike dice: “Durante los últimos 50 años la sociedad gitana ha cambiado muchísimo. Creo dentro de 50 años estaremos en todas las partes, allí donde nos lo propongamos”.

Nesime Salioska es la coordinadora de la asociación Roma Organization for Multicultural Affirmation – SOS Prilep de Macedonia, donde oficialmente viven 80.000 gitanos (la cifra extraoficiale es mucho mayor): “El estatus social de la comunidad gitana está por debajo del estatus medio de la comunidad macedonia, de forma que los gitanos macedonios siguen teniendo problemas para acceder a las instituciones y para disfrutar del ejercicio de sus derechos humanos”. Nesime es realmente pesimista sobre el futuro: “Muchos países que forman parte de la UE sólo hablan de la situación de la comunidad gitana, pero no toman medidas concretas. Alemania y España son dos buenos ejemplos: están constantemente hablando de la necesidad de mejorar la situación de las comunidades gitanas en otros países, como por ejemplo Macedonia. Sin embargo, ni Alemania ni España toman medidas concretas para solucionar los problemas de las comunidades gitanas de sus propios países”.

P.D: podéis ver los vídeos de todos los perfiles en el siguiente enlace.